ALGUNAS NOCHES NO PUEDO LEER

ALGUNAS NOCHES NO PUEDO LEER

Algunas noches no puedo leer.
Estoy aquí, sentado en un sillón de orejas, junto a un árbol de Navidad. No tengo más luz que las bombillas que lo adornan y el televisor, a través del cuál escucho Spotify. Suena Moon River, una versión acústica aún más Moon River que la original, que hiere tanto como un dulce recuerdo. La atmósfera es perfecta para leer un e-book en el teléfono móvil, rodeado de oscuridad y brillos navideños, todo untado de esa música suave, perfecta y yo con mi güisqui en la mano. Las ventanas reverberan el resplandor misterioso de la niebla que se ha apoderado de la noche. Un silencio frio me quema el corazón. Y tengo en la mano una novela formidable que quiero terminar.
Pero mi imaginación no me deja leer. Me distrae Mis sueños. Son mis sueños otra vez y siempre igual. Persisten. Me acarician. ¿En quién crees que estoy pensando?
Como en los viejos tiempos le ocurría al legendario estudiante, al soñador que siempre fui y que moriré siendo. Doy gracias a Dios por mi fantasía, por mi ingenuidad, por mi idealismo, por ser un falso frívolo y un sucedáneo de realista, un disfraz de adulto y un enamorado tratando de gestionarlo. Gracias, Dios mío, por estos momentos en los que no puedo leer, en los que la noche me vuelve visionario e improductivo. Por las horas de efímera pero impactante lucidez, por sonreír mirando a una pared, o atisbando un farol desde mi ventana, por hipnotizarme ante una vela encendida. Qué afortunado soy, aunque algunas veces no lo sea tanto. Lo acepto todo. Que me roben, que me maten ¡Qué me importa el mundo! Todos los inconvenientes, los acepto, Señor, si me dejas soñar. Y en algún momento, poder hacerla feliz.
P.D.
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Imbecilidad curativa.

ciclismoEse día me recomendé algo para superar el aburrimiento: desayunar un café , unos huevos fritos, unas gafas de sol y una bicicleta . Me prescribí, resumiendo,  mucho pedaleo y una buena dosis de soledad. Buscar un lugar donde no hubiera nadie, ni nada y permanecer allí buen rato, hasta necesitar de nuevo el paisaje sonoro de ruidos y voces inútiles.

Qué mal soporto que lo innecesario sea tan imprescindible. Que lo molesto tenga que ser tan saludable.

Saldré con mi bicicleta a encontrarme con el deseo perdido de oírte. Mi equilibrio se recuperará quizás cuando vuelva a confundir la estupidez con la alegría.

Autorretrato

Autorretrato

 

Soy una maquina de escribir que lleva mucho tiempo sin usar y quiero hablarte de mí:

Español, varón. Adolescente desde hace décadas. Mi educación no fue de letras pero mi pasión sí. He escrito algunas novelas. Soy al mismo tiempo emprendedor y perezoso. Me gusta mucho hablar, pero hablo poco cuando hay poco que decir o que escuchar. Me encuentro muy bien tomando algo en cualquier terraza, tanto en compañía de buenos conversadores, como con algo para leer o para escribir. Disfruto con la polémica. Veo mejor de lejos que de cerca. Odio los detalles. Tengo una relación contradictoria con lo convencional que se refleja en todo lo que escribo. Mi firma, como mi vida, está hecha de trazos paralelos, es decir, que no convergen. Soy algunas veces demasiado cándido, otras desconfiado. Noto que puedo influir en la gente, pero no suelo aprovecharme de este poder. Al contrario de lo que ocurre en nuestro tiempo, no siento fascinación alguna por el mal, porque me parece terrenal y simple y dentro de mí hay un arzobispo sin religión ni fieles. Soy solitario y sufridor. Soy un ermitaño en la ciudad. Un audaz aventurero: un explorador ante un despacho. Tengo los pies grandes y los hombros268267_421650041212195_2004627855_n pequeños. Soy el viento de bohemia que se mete en una celda. Sería el mejor de los amigos, si los tuviera, ya que exijo en los demás la madera del árbol que nunca existió. Aprecio la indulgencia y la compasión. Puedo estar ofuscado o lúcido, pero escribiendo me siento mejor. Escribir no es para mí ni un viaje al infinito ni a mi propio interior, sino al centro de la Tierra.

T.

MIS SALMOS ATEOS: PELDAÑO borrador

Éste ha sido mi día.
Mirad mis errores.
Ésa mi confusión.
Aquí cargo con mi pereza.
Mi tristeza que la veis
bajo mis pies.
Me sirve de peldaño,
endurecida como está,
para parecer más alto
de lo que soy en realidad..
Ved cómo son mis manos intactas.
y estos mis pies descalzos.
Mi cara afilada,
MI espalda torcida,
porque lo quiso Dios
quedó encorvada
Mirad, arrugada, mi camisa.
Adelgazadas mis piernas.
Estos brazos tan flacos
que cuelgan de mis hombros,
Acaban en mis palmas blanqueadas
de las paredes que tiento.
12038557_1692396380984344_7643668603259990078_nÉsta la ceguera.
Y mi mirada vacía.
MIs bolsillos rotos
tal como van los codos.
MI boca seca.
La lengua quieta.
El sueño equivocado
con el día y con la noche.
Mi perro, antes hambriento.
Ahora muerto.
Mi plato huero.
o con pan ácimo y duro.
Mi tiempo perdido,
mis proyectos fracasados,
las oportunidades, idas,
en melancolía se tornaron,
y los recuerdos, en aciagos
La cama oscura
me ofrece descanso.

Ésta ha sido mi vida.
Mi tristeza la veis
bajo mis pies.
Me sirve de peldaño,
endurecida como está,
para parecer más alto
de lo que soy en realidad.

Retrato literario

Retrato literario

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Un retrato literario no es una foto ni un análisis forense. Es una caricatura, pero una caricatura arbitraria, casi diría que aleatoria. Soy yo ante un espejo ondulado, deformador como los de las ferias. Si doy un paso me hago más largo, o más enano, delgado, gordo o paticorto. El fin de la literatura es la literatura misma, que es más importante que describirme a mí y mi irrelevante existencia en ese mundo posible de lo imposible creado por las palabras. Yo sólo soy real y no existo en la fantasía. El retrato literario pertenece a la creación inmaterial, yo soy solo un montón conglomerado de materia temporalmente viva.