4843315343_68f5ceef48_z

.

Un retrato literario no es una foto ni un análisis forense. Es una caricatura, pero una caricatura arbitraria, casi diría que aleatoria. Soy yo ante un espejo ondulado, deformador como los de las ferias. Si doy un paso me hago más largo, o más enano, delgado, gordo o paticorto. El fin de la literatura es la literatura misma, que es más importante que describirme a mí y mi irrelevante existencia en ese mundo posible de lo imposible creado por las palabras. Yo sólo soy real y no existo en la fantasía. El retrato literario pertenece a la creación inmaterial, yo soy solo un montón conglomerado de materia temporalmente viva.