He visto a mi compañera de trabajo con ganas de hablar de sus problemas desde las nueve de la mañana, pero me han faltado reflejos para esquivarla y no he sabido evitar que me los contase. Sus padres no se portan bien porque no le cuidan nunca los niños, ni sus suegros tampoco. No cuenta con su cuñada Marilula (una típica cuñada Marilula de esas que tienen siempre las mujeres habladoras) que es una envidiosa y en definitiva, lo que necesita mi compañera, segun me dice, es que la comprendan un poco, que no la comprenden nada, porque además con su marido, ¡otro igual! ¡Ah! Y su jefa va a por ella (contra ella, laboralmente). No la quiere nadie. Y que, en la empresa, el que mejor le cae soy yo.
Supongo que debería sentir pena por ella, o darle algun buen consejo, o… ¿Qué narices pretende que haga yo con ese tipo de información personal que no es de mi incumbencia? La verdad es que no me está dejando trabajar y para colmo se me abre la boca cada 25 segundos, aprox. Me dice, menudo rollo que te estoy metiendo… y yo la miro con ganas de decirle que no me gustaría tener que enrollarme con otra compañera de trabajo casada e indiscreta, que yo tampoco la quiero, que es demasiado pelmaza y neurótica y que habrá que posponerlo hasta que uno de los dos cambiemos de trabajo. Además su secretaria me motiva bastante más. Pero no soy tan sincero ni tan malo y la sigo mirando callado. Pero bueno, me apremia, ¿no me vas a decir nada?
Pues no sé mujer…. Es que me has contado muchas cosas en poco tiempo. Pero… no sé. ¿Por que no te presentas al Desafio Literario 20 de Taller de Relatos? Creo que el tema va de cariños y esas cosas… Yo es que no sé qué decirte. Francamente.