Buenos días.
¿Qué nos deparará esta jornada?
Hay una ola de positividad que nos invade La palabra «positividad» no existe para la RAE, aunque pienso que es mejor que «positivismo», que sería otra cosa ya que se define como «un sistema filosófico que admite únicamente el método experimental y rechaza toda noción a priori». Eso sí que es positivismo. Nada que ver con lo de emitir sonrisitas y ser siempre optimista. Hablamos de algo que no exactamente optimismo, que es algo que se siente de modo espontáneo. Más bien se trata de gente que se cree media docena de eslóganes que los consultores de empresa estiran como chicles.
La ola que nos invade es una «positividad» esencialmente ignorante. Dicen por ejemplo que la frase «cada día trae su propio afán» es positiva. el rio 3Buscando en google (googleando), encuentra uno que dice que significa «no te agobies por el mañana» olvidando lo que dice del día de hoy. Bueno, en todo caso sería más bien «céntrate en resolver el presente», que no es exactamente lo mismo.
Otro llega a decir que significa «nunca te rindas». A mí estas cosas me producen ese dolor que sienten los niños cuando se van a correr justo después de comer: flato. Por favor, ¿quiere medio mundo dejar de jalear al otro medio? Esa frase no dice nada parecido.
Otro presenta una traducción menos empalagosa: «cada día trae su propio mal», Mateo, 6.34. Otra traducción: «Así que, no os acongojéis por lo de mañana; que el mañana traerá su congoja: basta al día su aflicción». Esto ya no es precisamente alegre.
Me quedo con las ganas de que un verdadero experto me explique cuáles fueron las palabras, pero intuyo que serán estas últimas las más cercanas a la realidad.
Ahora bien: llámalo afán, llámalo el mal… Me da igual. Lo trae el día. Como diría alguien que conozco, cada día trae lo que trae. En eso parecen todos de acuerdo. ¿Y yo? Solo puedo reaccionar a lo que trae la vida. De muchas maneras distintas, quizás sí. Pero los humanos no somos los que organizamos la fiesta. S no nos gusta, esa sensación de supuesta libertad de la que disponemos, solo sirve para impedirnos permanecer tranquilos al margen, mirando cómo bailan los otros. Es imposible. Podemos movernos, pero siempre actuando dentro de un río, de una corriente temporal y de acontecimientos que nos domina, hasta el punto de que, hagamos lo que hagamos, tenemos una fecha de salida y otra de caducidad. Un recorrido concreto. No hay márgenes ni riveras. Estamos en la corriente y llevados de aluvión.
En fin, voy a ver qué tal floto en mi torrentera durante el día de hoy, con la esperanza de que no me zaranden los rápidos contra las rocas, ni las cataratas me ahoguen. Es imposible vadear. Nos arrastra un río sin orillas.