6657830303_27d59cfffa_bEducación: católico, de colegio de curas.
Estado civil: «cabreao».
Algunas veces voy a la iglesia a pensar, a ordenar mis ideas o a sentirme parte de la comunidad. Soy capaz de rezar sin fe, como un ciego que al hablar lanza sus palabras hacia la oscuridad.
Siento la vivencia de la religión, pero racionalmente no creo. ¿Cómo puedo compaginar esto? Pues eso mismo me pregunto yo, pero así es. Defiendo a la Iglesia porque, aunque no le hago caso, en algún sentido, formo parte de una gran masa humana de mentalidad humanista cristiana. Es algo parecido a lo que a partir de cierta edad te sucede con tus padres. No comulgo con sus ideas, veo sus enormes errores, pero siento respeto y mucho cariño hacia el cristianismo. Educo a mis hijos en el cristianismo, que creo es la base cultural de esta civilización, menos imperfecta cada vez si miramos con la perspectiva de los últimos 2000 años.
Algunas veces me complace ser muy superficial. Otras veces, todo lo contrario. Hay tiempo para poder alternar lo frívolo con lo grave.
El Dios en el que no creo nos ha dado capacidad para el placer intelectual que la gente suele desaprovechar. De los demás placeres, qué te voy a contar… 
Admiro y quiero a Charles Darwin como si fuera uno de mis abuelos. Es otro Papa para mí.

Ideología política: partidario de la realidad, aunque viva alejado de ella. Liberal, moderado, demócrata, reformista, regeneracionista (según empleamos hoy este término).