283853_371055916339154_218974127_nSoy un hombre compasivo.
Que yo lo crea, no quiere decir que lo sea. Cambiaremos la oración:
Creo que soy un hombre compasivo.
Pero sí, tengo claro que soy mucho más compasivo que mucha gente en determinadas situaciones. Modificaré de nuevo la frase:
Soy un hombre generalmente más compasivo que la mayoría de la gente. 
Hasta aquí, creo no haberme quedado con algo que no me pertenezca. Eso no quiero decir que no pueda llegar a ser implacable en ciertos momentos. Cuesta mucho agotar mi aguante ya que además de demasiada compasión, tengo excesiva paciencia. Parece lógico pensar que ambas cosas estén relacionadas, pero ese es otro tema. El caso es que quien logra agotar la segunda me conoce sin la primera.
No es bueno cargarme de razones para hacerme llegar a la intransigencia. En ese caso puedo actuar con pasión o con frialdad. Con pasión, me limito a lanzar información. Me impresiona el dolor que ocasiona un mensaje dañino. Cuando reacciono con frialdad, trazo un plan elaborado, como una jugada de ajedrez. Pero esto ya es muy raro en mí. Como veis, no soy nada perfecto.
Y este es mi dilema. Unos días creo que tengo demasiadas contemplaciones. Sé que es así. Otras veces reacciono, y pego,metafóricamente hablando. Entonces no me siento orgulloso de mí y llego a sentir de nuevo compasión por aquellos a los que objetivamente, tan bien les sienta que se les vuelva a poner en su carril y que sé que volverán a ser dañinos en cuanto puedan, lo que demuestra que realmente he hecho bien en ser duro.
No importa que no creas ni en Dios ni en el diablo: si has crecido profundamente cristiano, eso ya no tiene arreglo. Puede mejorar… pero poco.
Igual que un alcohólico que deja de beber, no será nunca un no alcohólico, sino un ex alcohólico, es decir, un alcohólico apartado de su adicción, si has sido adicto a la Esperanza con mayúsculas, si te has sentido alguna vez unido a los otros humanos compañeros de peripecia en esa barca frágil y a la deriva que es la existencia; si te han enseñado a amar a los otros; si crees que debemos sentir culpa por cada crucifixión…  da igual que no tengas fe. Eres un cristiano. Un cristiano ateo quizás. A este modo de ser se le podrá llamar de otra manera, claro, pero yo lo llamo así. Ser cristiano. Yo soy un cristiano ateo.

Me pregunto si he hecho bien al educar a mis hijos en unas creencias que no admito con la razón, aunque sí las asuma con la emoción y con la acción,   pero creo que soy yo más cristiano que muchos que sí que tienen fe. Creo que he formado a mis hijos en colegios católicos porque en el fondo prefiero que arrastren una existencia más difícil, lastrados por juicios morales, pero poder sentirme orgulloso de ellos. En cierto modo es egoísmo, porque he pensado más en mí que en mis hijos. Aunque quizás también he pensado en el mundo. Pero a ellos quizá les toque arrastrar mis mismas contradicciones. ¿Qué pensarán mis niños de mí cuando se lo diga? ¿Creerán que soy un hipócrita? Eso no sería justo. No lo soy.¿Y porque siento el deseo de hacer crecer mi condición personal? Condición que no sé seguro si es buena o mala, pretende ser buena, eso sí. Igual que un estúpido nacionalista  cree que hay que engrandecer su país para que brille no se sabe qué, no se sabe dónde, ni ante quién, ni para qué, los cristianos ateos, que yo sé que hay más, somos tan tontos que queremos que nuestro pensamiento se expanda sobre la Tierra. Quizá porque al menos tratamos de no causar daño innecesario a los otros. Somos compasivos.943554_371056763005736_116222357_n