Hay una guitarra eléctrica que suena desde la casa de al lado. Parece ser un estudiante, porque repite todo el tiempo los mismos acordes. Me gusta.

Cuántas cosas me faltan por hacer.

Suena melancólico el comentario. Sin embargo, morir debe de ser sentir que ya no tienes nada más que realizar.

No es mi caso.

La guitarra sigue sonando. Se enreda en una especie de bucle de notas entre psicodélicas y morunas. Me siento libre al oír ese austero pero sentido solo de guitarra que me ofrece algún vecino.

Quiero actuar más.

Voy a hacer mucho más.

Aunque pensandolo bien…

Me estoy equivocando. No hay que pensar solo en lo que se quiere hacer. Eso solo me aportará experiencias, momentos, aprendizajes. Es mucho, está muy bien. Pero no debo pensar solo en lo que quiero hacer y vivir. Debo enfocarme en lo quiero conseguir.