Fueron tiempos muy difíciles los que habían vivido. Ahora eran dos personas de extraordinaria fortaleza interior. Él era un tipo especial. Su cara estaba llenade rasguños, como su alma. Y de cicatrices. Y de pústulas… Bueno, lo de las pústulas lo vamos a borrar porque… no queda muy bien. Pero lo que quiero decir es que estaba muy curtido en muchas batallas. Ël era pues, qué les voy a decir yo, como un viejo lobo de la vida, es decir, como un viejo lobo de mar, pero sin mar. ¡Pero en cambio con vida! Y muy, muy curtido, muy hecho. Había vivido de todo. Y eso se reflejaba en la mirada, esa mirada que tanto impresionaba a las mujeres.

Ella en contrapartida era joven y guapa, más aún de espíritu que por su edad. No tenía rasguños por ningún sitio que pudiera apreciarse a simple vista. Ni cicatrices. Respecto a las pústulas ya hemos quedado en que de eso no tenían ninguno de los dos. Pero ella demostraba poseer un carácter impresionante y más cosas impresionantes también. ¡Qué mujer!

Dos piezas así estaban condenadas a encontrarse. El choque sería tremendo. ¿Dónde iban a colisionar él y ella? Naturalmente, compitiendo en un reto proporcionado a su altura. En el Desafió Literario 22. Es el Desafío Literario de Taller de Relatos que conmemora nada más y nada menos que los 6.000 primeros amigos fanáticos de esta página, entre lo cuales espero que te encuentres. Prepárate YA para un desafío ÉPICO.

La madre de todos los desafíos literarios, DL22. Muy pronto en las mejores pantallas. ¡Ah! ¡¡¡Y esta vez TIENE PREMIO DE VERDAD!!! VA EN SERIO.