No es por provocar, pero hoy, que es el día de la madre, quiero hablar de los padres. De los papás.
Quiero recordar a hombres y mujeres, pero especialmente a éstas, que la pasión de.los buenos padres, e incluso de los medianos, por sus hijos no es en absoluto menor que la de las madres. Ni un poco. Que nada tiene que ver con la educación y la cultura, que está presente en los textos más antiguos como algo que se da por hecho. En todas las culturas. Que los padres amamos profundamente a los hijos e incluso sentimos la misma simpatía hacia los niños en general. Que la sensibilidad no es femenina ni exclusiva de mujeres. Es distinta en ciertos aspectos. Que un maestro puede ser tan empático con los niños como una maestra. Quizás más, ya que elige una profesión que no está tan favorecida por la cultura tradicional como en el caso de las mujeres. Que estamos sujetos también a instintos paternales. Recientemente, hace unos cuatro años, se demostró que el llanto de lis niños provoca alteraciones hormonales en los padres que favorecen nuestro comportamiento paternal. Que nuestra relación con los hijos, si es que es menos involuntaria que la de las mujeres, será quizas aún más libre, elegida, valiosa y meritoria. Que los padres no somos progenitores de segunda categoría.

Cuando era estudiante nadie era capaz de levantarme de la cama. Cuando tuve hijos empecé a portarme de otro modo. Hoy son mi objetivo. Condicionan todo lo que yo haría. Tengo la suerte de que son mi mayor satisfacción, no preocupación.

Reivindico la desaparición del día de la madre y del padre, aunque les moleste en El Corte Inglés.

Quiero el dia de los padres y madres. El mismo día para ambos. A la vez.