images (34)Afeitarse no es simplemente rasurarse la cara. Es una costumbre romana. Una muestra de la herencia latina. Pero no sólo significa nuestra admiración y respeto por los clásicos. Tampoco pensemos que significa únicamente un deseo de civilizarnos, alejándonos de nuestra salvaje configuración física. Es mucho más que  domesticar nuestra masculinidad renunciando a arañar los rostros suaves de las mujeres con las que amamos. Afeitarse es ante todo  un momento en el que los hombres hacemos muecas ante el espejo para estirar los recovecos de la piel de la cara. El hombre de hoy, gracias a que se afeita el mentón, sabe que no está listo para salir de casa y lanzarse al mundo sin antes poner varias veces cara de mentecato ante el espejo. Tras este ejercicio, puede complementar su puesta a punto images (33)colocándose una tira de tela que pende del cuello llamada corbata. Esto es lo que debe hacer un caballero para empezar esa unidad de nuestra existencia llamada día (podíamos haber dicho simplemente día) y salir al encuentro de su vida. En general, un hombre bien educado, debe hacer muecas ante el espejo cada vez que la Tierra experimenta un giro completo sobre sí mismo. Quizá sin hacer esos gestos en el cuarto de baño el mundo se pararía y en la mitad del planeta seguiría la noche y se quedarían todos a oscuras. Mirarse en el espejo y poner cara de retrasado mental al quitarte la barba contribuye al normal giro del mundo y al progreso de las cosas. Si una mañana no me afeito y siguen existiendo la tarde y la noche,  y si después llega además otro día, es gracias a que otros varones, en involuntaria solidaridad, me están relevando.
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