La imbecilidad debería ser un delito. Desde el punto de vista de los damnificados que sufren la imbecilidad ajena, sería mejor que la ley les protegiera de esa eterna lacra social y que el Estado persiguiera ese tipo de delincuencia. Y por mi parte, como imbécil confeso, también sería una ventaja que este crimen estuviera tipificado en el código penal, y así mi delito podría prescribir, como ocurre por ejemplo con los crímenes contra el fisco. O tal vez yo, una vez condenado, cumpliría una condena de un número limitado de años, en vez de estar penando de por vida… por imbécil.
Imbecilidad
por enriquebrossa | 11 11+00:00 Mar 11+00:00 2015 | LIBROSSIANO, Reflexiones | 9 Comentarios
Muy bueno!
Gracias. Si te parece buena idea habrá que empezar a recoger firmas
Bien cerrado, me ha gustado mucho. Muchas cosas pasan por la imbecilidad y por la imbecilidad también dejan de pasar.
Muchas gracias. La verdad es que la imbecilidad mata. Mata mucho más que el alcohol, y el tabaco y más que el coche. Aunque probablemente sería acertado decir que todo eso también es imbecilidad. Cuando no nos mata, nos estropea continuamente la vida. La imbecilidad está en mayor o menor medida siempre presente en cada uno de nosotros. La naturaleza parece haberla desarrollado por algún motivo atávico. Quizá sea un residuo difícil de eliminar. O puede que, por el contrario, sea imprescindible para nuestra subsistencia. Quizá oculta los límites del universo y el sentido o el sinsentido de la vida. Vemos un pez o una oruga y pensamos que son seres estúpidos. Pero a lo mejor alguien que nos vea desde una instancia superior piense exactamente lo mismo de nosotros. Bueno, perdona. Creo que será mejor que deje de decir imbecilidades.
¡jajaja! lo bueno de hablar de imbecilidades es que nos tropezamos con la verdad. El problema con los imbéciles es buscar el apoyo en otro, que puede más imbécil que uno mismo. Los imbéciles reinan porque trabajan en equipo. Hay imbéciles en todos lados buscando aprobaciones de otros imbéciles mejores dotados.
Así surgiría la inspiración de aquella película de «Dos imbéciles en apuros».
Imagino que si.
Jajajajaja creo que la forma en que ha cerrado fue la cereza del pastel que ha sido el texto. Sí, y quizá la cosa sería que todos, en algún momento de nuestras vidas, habríamos sido acusados de ser imbéciles, porque lo imbécil no es una cosa aislada e individual, sino colectiva.
Efectivamente la imbecilidad está extendida y es un mal universal. Pero solo se aprovechan de esta imbecilidad general un par de imbeciles y algún otro más.