He vuelto a tomar café. Déjame respirar hondo. Umm, cuánto me gusta. Recuerdo el aroma. Lo percibo como si lo estuviera oliendo ahora mismo.

Me gusta mucho como me siento bajo sus efectos. Fuerte. Despierto. Me inclina a actuar más que a pensar. ¿Para qué pensar? ¿No debería tenerlo ya todo suficientemente pensado? ¿Me queda algo por filosofar? ¡Para qué más! ¿Quería saber? Pues ya lo debo de saber todo. No sé qué querría aprender, la verdad, y probablemente no he entendido nada.

Qué importante es un buen café, uno bueno de verdad. El café me elimina la perplejidad. Me pone en marcha. Aporta concentración y silencio.

Hace tiempo que no estoy pensando en nada.

No estoy…

Eso en realidad es un «aunque». Sí, lo he puesto sin saber bien por qué, pero creo que ha sido un aunque. Si es «aunque no estoy».

No estoy. Solo hago y hago. Eso está bien. Hay mucho que hacer.Lo malo es que entretanto… no estoy. ¿Pero para qué estar? Yo estoy aburrido de tanto estar. Y por otro lado, ¿quién lo necesita?

Quizá cuando muera, justo antes, recuerde qué es lo que quería descubrir o comprender. O quizá esté más confundido que nunca. Seguramente, así será. Bueno, cuando me esté muriendo, sobre todo,me estaré muriendo, y eso tiene que ser una tarea bastante absorbente. ¿Me moriré distraido?

Si sigo tomando café, dormiré con las cosas hechas. Se mere uno más tranquilo, más profundamente muerto, cuando las cosas han quedado hechas, terminadas y finiquitadas.

Se ha inventado una enfermedad anglosajona como el estrés, que es de gran utilidad para que las revistas hablen de él. La gente no sabe que está científicamente probado que uno recuerda mucho más aquello que no ha terminado de hacer que todo lo que tiene realizado en su vida. Somos una generación que hace americanadas en grupo subiendo y bajando los brazos y las rodillas en los gimnasios para poder reducir el estrés. Es un error. Lo que hay que hacer es terminar cosas, suprimir el máximo de tareas inacabadas para liberar nuestra cabeza. Tomar café. Limpias tu cabeza del estrés y de los pensamientos mediante la acción. Café como antiséptico psicológico. Es decir, para un cerebro más aséptico. Si estoy bien estimulado, ni sentimientos tengo.

Claro está, que si te tomas un café y te pones a escribir en vez de hacer algo…. tampoco haces nada. Y así nos quedamos como estábamos.

Creo que continuaré. Es decir, que lo dejo. Que dejo el tema sin acabar por ahora. A pesar del café.