¡Qué manía con querer saber de mí! Que pongas tu foto, que de dónde eres, que se ve que tienes problemas, cuéntamelos todos… La verdad es que estoy agradecido. La gente pone un interés por los desconocidos enorme, y respecto a mi caso en particular, veo que no soy precisamente el que menos curiosidad despierta. En el fondo me encanta. ¿De verdad? Puede que sí.

Pero lo que me sorprende es que la gente, sobre todo las empáticas señoras, tengan tanto interés en conocer todo aquello que va mal, lo que me haga sufrir, motivos de preocupación, fracasos y frustraciones.

¿Qué hace que algunas personas gocen escuchando a otros confesar todo aquello que es triste y negativo en su vida?

Tengo varias hipótesis como respuesta:
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Hipótesis uno. 
Las señoras creo yo que tienen siempre un instinto que hace que tiendan a amamantarme. ¿Eso le duele al nene? Mamá te lo va curar, ya verás que bien. Te dejas querer y ellas a su vez se sienten bien. ¿Por qué a mis años siguen queriendo darme teta? Pues… no lo sé. Además, las damas, no sé si es por el instinto maternal, tienen una acusada tendencia a dar lecciones sobre la vida, de modo que tú les cuentas algo tuyo y ellas te dicen a la primera de cambio cómo deberías ser, qué deberías hacer. Por muy mal que se sienta una mujer consigo misma, siempre puede resolver tu problema. Y si les gusta un hombre, mucho más. Si una mujer le gusta cómo es un hombre, inmediatamente tratará de cambiarle. A mí no me parece muy lógico, pero es así. Tratan de cambiarnos mediante una mezcla de consejos y besos antes de casarse. Y después de la boda, a base de reproches. Así es como el matrimonio mejora tanto la vida y el espíritu de los hombres. 

1150854_416802535097825_1740229874_nHipótesis dos.
La gente quiere oír tristezas para ver cuándo les toca a ellas contarlas. «Es tremendo eso que me cuentas, no sabes cómo te comprendo. Precisamente a mí me pasó algo aún peor. Déjame que te lo cuente…». Es como si se acercaran a la pescadería y estuvieran esperando su turno, pero en vez de comprar merluza, lo que quieren es contar sus propias penas.

Hipótesis tres.
Confunden la tristeza, con el cariño o con la bondad. El hecho de que sean tres palabras diferentes, debería dar la pista porque son efectivamente cosas muy distintas, que pueden coincidir o no.

En fin, sabed que aunque no os cuente mi vida, y me haga el duro, a mi manera sí que la comparto con los que me leéis, y que disfruto mucho de vuestra compañía.

(Final tierno, para que las señoras no se quejen).