Querida mía.
Desde que te fuiste lo he pasado realmente mal. Me he sentido como un trapo. He salido a buscarte, pero no sabía por dónde. He querido llamarte, decirte a gritos que junto a mí siempre tendrás cabida. Pero perdí mis fuerzas. ¡Estaba tan triste! ¡Tan indefenso sin ti! Me hundí.
A medida que me fui deprimiendo noté que algo en mí estaba cambiando. Me deterioraba. Empecé a enfadarme con todos y por todo. Me volví más irascible que nunca. Entonces comprendí que ya habías vuelto a casa, conmigo. Te quiero, rabia mía. Vamos a volver a hacer mil cosas juntos. Sí, mi rabia y yo. Tú has vuelto y también he vuelto yo.
Te quiero, rabia mía. No sé si nos comeremos el mundo, pero al menos le daremos un buen mordisco. Te necesito. Salgamos. Tú me ayudarás a poner muchas cosas al día. Juntos podremos.
Una forma mágica de describir los sentimientos. Me gustó…
Gracias, Rosa. Tengo unas 300 entradas más. Espero que disfrutes con ellas.
Por supuesto que disfrutaré.
Gracias 🙂