Estoy sufriendo con una dignidad moderada el llamado ocaso de los tranchetes.
Nadie sabe lo dura que es la vida de un Rodríguez. Le entran deseos de comer helado, y el pobre, hala, se pone morado, que además, rima con helado. Es por la falta de cariño… Poco a poco el caos gastronómico se aproxima amenazante a unirse con otros desórdenes, como el del horario. Pero los peores momentos guardan relación con la escasez de los tranchetes. El el principio del fin. Esa es la señal de que lo peor está por llegar, pero apunto de llegar. Has comido jamón cocido con pan y tranchetes. Has encontrado en la nevera espinacas congeladas y te has inventado el churro de espinaca envuelta en tranchete. ¡Un asco! Cociste unos espagueti y les añadiste abundantes tranchetes, Pusiste tranchetes sobre los filetes de lomo, incluso has desayunado galletas con tranchete. Todavía recuerdas los trozos de tranchete en el gazpacho de bote, flotando como los restos de un naufragio, que no es otro que el tuyo, precisamente. ¿Y ahora qué? ¿Que va a ser de ti sin estas láminas insípidas de queso industrial?
No es que sean deliciosos, saben como el PVC, digamos las cosas como son, ni tampoco demasiado nutritivos. Pero eran el tabique maestro en la estructura de mi arte culinario. El punto de apoyo. Lo que sé hacer para alimentarme es esto: sacar cosas de la nevera y calentarlas en el microondas con un tranchete o cuatro encima. A partir de ahora, ¿cómo subsistiré si no me decido a salir a comprar más? ¿O es que voy interrumpir el tiempo de mi Imperio de la soledad y la tranquilidad para pasear el carrito por Mercadona? ¡Ni hablar! ¡Yo sí que tengo principios! Antes me voy a la playa con mi familia, que por cierto habrán comido hoy una paellita excelente. No. ¡Jamás! ¡Debo saborear cada segundo de mi libertad! Nada ni nadie socavará mis ideales, ni sofocará mi rebeldía. Pero además… ¡Me quedan nueces! ¡Y bastantes! Salsa de tomate; una lechuga pocha, dos pechugas de pollo muerto, normal es que sean de pollo muerto, claro, pero yo sé por qué lo digo. Las cebollas estas… apestan, pero los ajos, aunque reblandecidos, yo creo que valen. Sal, vinagre… Este puerro seco parece que lo haya empleado ya el verdulero ese tan finito para no quiero saber qué. Aún queda leche, que es un alimento muy completo. Podría sobrevivir mucho tiempo tomando leche. Esta noche quizás cene pimientos del piquillo de lata, que como plato único es perfecto. Y leche. Lo que viene sucediendo en mis intestinos puede tener un efecto positivo en mi aspecto físico a medio plazo.
Luego te ven en un restaurante y dicen: ¡Mira cómo se lo monta cuando está solo! Y realmente has salido solo para comprar tranchetes, básicos para poder subsistir.

Cuando veas un Rodríguez en la calle, o en algún bar, que seguro que lo vas a reconocer a distancia… ponle un pulgar hacia arriba, anímale, oye, que lo está pasando muy mal, el pobre tío, que está subiendo las cejas y mirando su cerveza y se están riendo de él los jóvenes del fondo. Dale un abrazo de amistad con palmadas en la espalda, muéstrale tu solidaridad y apoyo si eres un hombre.

Y si eres una mujer… pues, anda, mira a ver…

Ver menos