Me gustan las cosas que son de verdad. Rechazo las que son falsas.
Esto suena bastante lógico y normal. ¿Entonces por qué ser así me convierte en extraño?
Porque todas las cosas tiene una importante proporción de sucedáneo. Al ser tan exigente me convierto en una especie de marginal con corbata. La realidad no es así. Le pido al mundo lo que no me puede dar. La gente enuncia mis mismos principios pero aceptan convivir con la hipocresía e incluso a disfrutar a medida que alcanzan el dominio de las técnicas necesarias para su manejo.