A veces las cosas se modifican solas. Los vientos se paran, los amigos desaparecen, los silencios cortan el silbido del tiempo. Las aves se ausentan, pero las lombrices chillan. Las puertas cerradas se abren o al contrario; lo marcado, se desmarca; lo organizado, se altera, porque las equivocaciones son más tozudas que los aciertos. Los despistes más ubicuos de lo previsto. La maldad más persistente también de lo que debería ser. Y por este motivo…

Por este motivo no pasa nada. Estos fenómenos deben estar presentes en nuestros presupuestos. Hay que contar siempre con el insidioso pero limitado poder de la oscuridad. La que habita en nuestras cabezas, en las atmósferas de todos los lugares y en los corazones mal ventilados. La vileza anda siempre herida de soberbia, ese es el origen de muchos pecados, y por eso mismo, es ilógica, caprichosa, voluble y visceral.

Yo , puedo meter la mano en las fauces de la de la iniquidad durante su conspiración patente o latente. Me atrevo a mirar al demonio de frente. Él nunca lo hace. Y nunca lo hará.