En la ducha se estaba bien para pensar. El agua parecía brotar desde un manantial caliente en su cabeza y mientras frotaba su cuerpo, sentía las pequeñas cascadas de agua y jabón que le recorrían desde la cara hasta las piernas.

Y entonces lo vio todo claro:

-El mundo avanza en espiral -dijo en voz alta.

Cerró los ojos. Últimamente, se le escapaban frases enteras, como a los vagabundos locos que hablan solos por la calle. Se imaginó de pronto a su mujer, mirándole a través de la mampara.

-¿Qué has dicho? ¿No sé qué de una espiral? -diría ella.

Entonces le miraría los ojos tratando de adivinar si se había demenciado, tan joven el pobre. Abrió los párpados y confirmó que estaba solo. Los juntó de nuevo para sentir mejor la caricia del agua y entonces volvió a decir en voz alta pero esta vez de modo consciente:

-El mundo avanza en espinal.

Imaginó que lo miraba ella con una gran sonrisa y cara de deseo, y le decía que le encantaba que su cabeza estuviese llena de pensamientos así. Soñó también que se desnudaba ante él sin dejar de sonreír y que miraba su cuerpo y le abrazaba bajo la ducha diciendo:

-Me gusta eso que has dicho. Vamos hablar de cómo avanza el mundo en espiral mientras nos pasamos la esponja.

Abrió los ojos de nuevo y cerró el grifo para no llegar tarde al trabajo.