Quiero protestar por el sexismo femenino de baja intensidad, que es el más peligroso.

Los fines de semana, por la tarde, en Antena 3, ponen después de comer una película de psicópatas. De esas en las que el guionista no se lo curra mucho. Generalmente es siempre lo mismo. Uno es asesino, porque sí, porque le da por eso, porque está tarado, sin demasiadas explicaciones. Quizá una leve mención a una infancia difícil, y ya está. La víctima es una mujer, y es la protagonista. Son películas destinadas a mujeres… El marido es siempre medio tonto. Los policías también y al principio no le hacen caso. Al final los policías quedarán admirados de la fuerza del carácter de la mujer. La heroína da mil vueltas a todos los varones y resuelve el caso, y hasta suele vencer físicamente al malo, que a veces es una mala que toma la forma de rival que trata de quitarle el bebé o el marido.

Los hombres no somos tan tontos. Si las mujeres que ven esas películas fueran tan listas, adivinarían todo lo que va a ocurrir ya desde el minuto dos, porque es totalmente previsible. El malo muere en el último minuto o es detenido por la policía. Bueno, algunas veces, cuando la heroína es atacada, en vez de salir a la calle, que parece lo lógico, sube las escalera de su casa, hasta donde no hay escapatoria. ¿No es absurdo? Sin embargo el psicópata acabará por caerse por las escaleras o por la ventana y se clavará algo punzante, como un perchero, una monolito de adorno, o un cuchillo de cocina que llevaba en la mano. Y sangrará por la boca. ¡Muerto! Si hay hilillo, está muerto. Ese hilillo de sangre desde la boca, nunca ha fallado.

En mi opinión las películas para mujeres, como las novelas para mujeres, las revistas para mujeres, etc. son un mal síntoma de la situación de la mujer. Pero de eso no se nos puede echar la culpa a nosotros los hombres. Porque no todos los muertos son nuestros. Y todos los despistes, tampoco.