La experiencia es algo parecido al arrepentimiento. Reconoces que no lo tenías que haber hecho cuando ya está hecho. Uno podría arrepentirse antes de pecar, cuando estaba a punto de incurrir en el comportamiento pecaminoso… pero eso sería una tontería, porque te quedarías… ¡Sin haber podido pecar!. Normalmente primero pecamos y luego ya nos arrepentimos. Pero siempre después. ¡Si es que nos acordamos! Porque yo muchas veces, me arrepentiría de mis actos pero se me olvida. Sí, se me olvida sentirme culpable por ellos y luego un día me acuerdo y digo… ¡Madre mía! ¡La de meses que han pasado  desde aquello! A ver si un día tengo tiempo y me arrepiento, porque es que, vamos, cuando no es por una cosa es por otra y al final todo se queda sin arrepentir. Ahora mismo no puedo porque no sería sincero… Un día que esté más mentalizado… que ahora estoy muy liado. ¡Si es que tengo una de cosas… !

Algo así es la experiencia. La experiencia es al intelecto lo que el arrepentimiento es a la conciencia. Cuando has aprendido de tu experiencia es porque ya te has equivocado. Demasiado tarde. Y la gente dice, hay que aprender de los errores… ¡Qué bonito, madre! Tonterías. Yo sé que no está de moda decirlo, pero, aquí entre nosotros, cuando de verdad aprendo es cuando acierto. Y si no logro acertar, ¿qué he aprendido?

Vivimos en un mundo de frases. Frases, frases y más frases… de las que nos hacemos misioneros evangelizadores antes de llegar a ser fieles devotos. Frases y más frases. Tonterías y más tonterías. «Convierte tu fracaso en un nuevo peldaño. Aprende de tus derrotas y no te rindas. Aprovecha tus experiencias. Si encuentras piedras en tu camino haz con ellas tu castillo y después… » ¡Dios! ¡Qué cantidad de majaderías!

La población mundial está al borde de la depresión. Habría que meter toneladas de prozac en el agua. La peña está necesitada de lucidez y espera encontrarla en internet. En cuatro aforismos sin consistencia ninguna. Falta de realismo como de idealismo, falta de criterio y capacidad crítica. Carencia de pensamiento consistente. Falta de satisfacción y felicidad. Falta de fortaleza moral. Precariedad intelectual. Ignorancia. Y, obviamente, una patética falta de cariño. Éste es mi diagnóstico de los humanos como yo en la era de la información y la hiperconectividad. Ofuscación, iluminados de andar por casa. Medio mundo aconsejando al otro medio. Vendiendo humo unos a otros. Autoengañándose continuamente. Comprando cualquier cosa que suene a esperanza, aunque cante también a timo. Explicando a los demás cómo vivir, cuando ellos no saben cómo sobrevivir. Hay gente enseñando a respirar, cursos sobre cómo pensar, cómo sentir, cómo relajarse, cómo activarse… Un mundo de idiotas. Ahora que hemos acabado en parte con el analfabetismo se nota todavía más el bajo nivel general. La incultura disimulaba mucho la mediocridad. Empiezo a añorarla.

Y en medio de todo esto, digo yo: ¿Por qué nadie tiene una de esas estúpidas frases consejeras para mí?

sorry