Ella cerró la puerta con llave. Apagó las luces. Se aseguró de que el perro dormía enroscado sobre su manta. Graduó el termostato antes de irse a dormir. Revisó los dormitorios de los niños. Dejó lista la mesa del desayuno para la mañana siguiente. Se lavó los dientes. Se puso el pijama. Se metió en la cama y apagó la luz.

Yo me acerqué a la ventana. La abrí. Sentí el frío. Me encendí un cigarro. Fui a la cocina dejando las ventanas abiertas, usé una taza del desayuno para servirme un güisqui. El perro salió a olfatearme los zapatos y luego se fue a dormir al sofá del salón. La botella se me acabó y abrí la puerta de la calle que ella había cerrado con llave y dejé el frasco con las basuras. El perro despertó a los niños. Luego fui a mi cuarto, encendí la luz, la desperté sin querer.

Pienso que estoy deshaciendo todo cuanto ella hace.