Diálogos de familia

Aquel día se reunieron alrededor de la mesa. La verdad es que almorzaban pocas veces juntos. No era con lo que los padres soñaban cuando se embarcaron en el proyecto de crear una familia. Sin embargo, las cosas son como son. Los padres siempre tan ocupados, y los hijos, tan independientes…

-Chicos, la comida está en la mesa.

El primero en llegar fue el pequeño con un catálogo de videoconsolas en la mano.

-Papi, mira qué complemento tan chulo para los mandos de mi consola.

-Luego me lo enseñas hijo, ahora vamos a comer. Llama a tus hermanos.

-¿Tanto te cuesta mirarlos?

El padre casi se sobresaltó al sentirse increpado por el menor de sus hijos.

-A ver… ¿Qué es esto?

-Es una palanca que se pone en los mandos de “La Playx” y sirven para…

-¿Habéis dicho a todos que vengan? -interrumpió la madre.

-Silvia no está -respondió el padre-. ¿Sabes si va a venir a comer?

-No sé, se ha levantado muy pronto. Pregúntale a su hermana.

-¡Laura! ¡Laura!

-¡¡Laura de comer!! -dijo el niño.

-Anda Nacho, vete al cuarto de Laura y dile que venga. Y a ver si sabe algo de su hermana.

-Papá, te estaba hablando yo…

-Ya hijo, pero es hora de comer.

-¿Y a la hora de comer no se habla? ¿Ves cómo te contradices?

Nacho puso mala cara pero continuó camino al cuarto de su hermana:

-¡Laura! ¡Laura de comer!

Su hermana salió envuelta en una toalla:

-Ya conocemos tu chistecito. Qué poca gracia tiene este niño.

-¿Pero qué haces así? ¿A estas horas sales de la ducha?

-Y sale de la ducha con el móvil en la mano, mamá -apostilla Nacho-. Esta chica, más que comer, necesita un móvil sumergible.

-Laura, ¿dónde está tu hermana?

-No viene hoy a comer. Os lo ha dicho por el mensajero.

-Pero bueno, ¿es que ya no se habla la gente más que con el teléfono móvil?

-Claro que no, papi -responde el niño-. También está el PC, y “la Playx”, por ejemplo.

-¿Y dónde está?

-No sé. Míralo tú, papá, que yo estoy en toalla. Me voy a vestir.

Mientras la madre pone la comida, el padre saca el teléfono de su bolsillo para buscar el mensaje de su hija Silvia. Su mujer mira de reojo la pantalla del dispositivo de su marido y calla. Él se da cuenta y se pone muy serio.

-Silvia dice que come con sus amigos del equipo. ¿El equipo? Pero si nunca ha hecho ningún deporte.

-Papi, no te enteras.

-¿Qué equipo es ese?

-No es que tu padre no se entere. Es que no se quiere enterar.

-¿De qué estamos hablando, María? -pregunta Juan a su esposa.

-No le escuchas. Pero ella te lo ha estado diciendo.

-Eso papi. No escuchas. Yo no logro explicarte lo del complemento para el mando de mi consola, pero tú…

-Está con los de Despechados -dice la madre.

A Juan le cambia la cara alarmado

-¿Qué?

-Ya lo has oído.

-Pero cómo puede estar mi hija con esos sinvergüenzas. Y por qué les llama “equipo”.

-La están convirtiendo en activista. Ahora debe estar insultando y chillando debajo de la casa de algún juez o preparándose para algún acto parecido.

-¡Joder, María! ¿Y tú te quedas tan fresca?

-Papá, esas palabrotas…

-Tú eres el padre… Hace días que trato de decírtelo, pero tú ni me miras. Solo tienes ojos para tu ordenador.

-¿Dios mío, es que quieres que la metan en la cárcel?

-¡Laura! ¡Que estamos comiendo! -llama María desde la cocina.

-Papá, ¿te explico lo del complemento para los mandos de la Playx?

Juan no le contesta y saca otra vez su teléfono del bolsillo. Quiere llamar a Silvia para decirle que se aleje inmediatamente de cualquier gamberro de Despechados.

-¿Pero dónde ha conocido a toda esa pandilla de impresentables?

-En las redes sociales, papá. Se pasa el día chateando con esa gentuza como tú les llamas, en vez de estudiar.

El padre está a punto de maldecir las redes sociales, pero recuerda que está recuperando el contacto con una antigua compañera de trabajo muy atractiva gracias estas redes. Instintivamente mira su móvil y luego mira a su mujer. Esta le mira fijamente a los ojos y él hace como que no se da cuenta.

-Papá, ¿sabes que hay un juego nuevo que se llama el suicidio al que se puede llegar también desde la consola?

-¿Y que tal es?

-¡Muy guay!

La madre alarmada le dice al marido que ha oído que hay un juego que logra que los adolescentes se suiciden.

-¡Hala, qué exageración!

-No es solo uno, padres -dice Laura que se sienta ya vestida a la mesa con el pelo mojado-. Hay otro que parece ser que ya han logrado cerrar y detener a los culpables, que primero hacía que los hijos robasen a los padres las tarjetas de crédito, hacían compras y luego se suicidaban.

-Qué tontería, eso es absurdo.

-No es absurdo, lo dijeron ayer en el telenoticias. Obtienen tanta información psicológica de la gente que son capaces de seleccionar la víctima directamente.

-Bueno, ya sabéis que los despechados quieren prohibir todo tipo de juegos electrónicos. Pero eso no va a ocurrir. Mueven más dinero que el cine, las armas y las drogas juntos.

-Pero es que al parecer saben dominar la técnica para generar dopamina en el organismo de los usuarios y logran ser más adictivos que nunca. Seguramente al final habrá que testar todos los juegos y solo podrán lanzarlos empresas con una determinada licencia, ya que realmente se apoderan de la voluntad de la gente.

-Si los actuales politicuchos son un peligro con todo esto, imagínate lo que puede ocurrir cuando suban otros más peligrosos al poder.

-¿Como los despechados de Silvia?

-Por ejemplo. Son los reyes manejando estas cosas.

Entonces llaman a la puerta.

-Vaya horas de presentarse. ¿Quién será?

-Papá, mira qué chulo es este accesorio para el mando de la Playx -Nacho señala el catálogo de videojuegos.

-Vete a abrir, hijo.

-Jo, papá. Cualquier desconocido que llama a la puerta recibe más tu atención que yo.

-Hijo, tu padre es que es muy hombre, y en consecuencia no puede hacer dos cosas a la vez.

-Ya voy yo -dice Laura.

-Dile que no es Laura más apropiada -dice el peque-. ¿Lo pillas? La hora, La ura…

-¡Qué plasta de niño! -dice Laura.

-Plasta, tú, Laurinaria.

-Cuéntame a mí lo de la Games.

-¡Qué Games, mamá! ¡Qué es eso de Games! ¡Se llama Playx!

-Vienen a traer un paquete de Monzon.

-Ah, será para mí.

-O para mí.

-O para mi.

-¿Todos compráis por internet en Monzon? Viene mi nombre.

-¿Papá, te explico lo del accesorio del mando de la Playx?

-Explícame, explícame, hijo.

-Pues que es un accesorio muy chulo, papá. ¿Me lo compras?

-Hijo, qué pesado eres. Vale, cómpratelo. Por las notas del cole, que podrían haber sido peores.

-Bien, papí, bien, muchas gracias. Has dicho que me lo compre.

La madre observa el comportamiento del padre y le pregunta:

-¿Por qué escondes el paquete de Monzon?

-Es que no sé lo que puede ser, de verdad, yo creo que se habrán equivocado.

La madre se lo quita súbitamente. Abre la caja y mira desde distintos ángulos un chisme que no logra identificar. Mira al padre y le pregunta amenazante.

-Luis, ¿me quieres decir que es esto? Espero que no sea nada sexual. Conmigo no cuentes.

-¡Eso digo yo, qué narices es esto!

Nacho da dos golpecitos en el hombro de su padre.

-Papi, te recuerdo que tú y yo nos llamamos igual…

Laura, y sus padres se quedan paralizados mirando al peque, hasta que el padre dice:

-¿No será…?

-Efectivamente, papi. Has acertado. Es el accesorio para el mando de la Playx.

-¿Pero cómo es posible que tengas tanto morro?

-Ya sabes: siempre hago lo que puedo por adelantarme a tus deseos, papá querido.