Querido tetalunero, cascabelero. Mi horóscopo absurdo de hoy va dirigido a ti, que quedaste hechizado por el influjo de esa obra maestra, «La teta y la luna», esas figuras a la vez.imperfectas como esferas, dado que tienen cráteres y areolas, pero más que perfectas, «metaperfectas», ideales, para todo buen tetalunero.

Esta semana, los tetaluneros volverán a contemplar los resplandores de la noche con melancolía. Normal. El tetalunero frecuenta más la luna que la teta. De eso se queja. La teta pertenece al ámbito de la realidad palpable y la luna es, en contraposición, símbolo de inmaterialidad, ese satélite que da vueltas a nuestro alrededor, como los sueños en nuestras cabezas, o como la Campanilla de Peter Pan. El tetalunero,  en vez de anclado en las honduras abisales de cualquier océano o entre las masas rocosas de tierra adentro, pende prendido de los cielos, atado al espacio sideral por el tobillo izquierdo, sin apenas poder llegar a rozar con las yemas de  los dedos la sustantividad del pezón o del suelo. Eterno soñador, pone distancias con la poesía, porque lo que realmente le conmueve es una prosa prosaica de ubres orondas, rebosantes, sanas rozagantes, generosas, lozanas y bellas y dejemos ya de adjetivar tan obsesivamente. Fantasea con globos en los que enterrar las dos orejas a la vez, o chapuzarse entero, como en esas piscinas de bolas de los cumpleaños infantiles, solo que quizás, sacando algo más la lengua.

Esta semana no será fácil para ti. Cuando recuerdes La teta y la luna, trata de no subirte al tejado de tu casa, porque tus vecinos, menudos rancios, tienen la mente estrecha y les parecerá un comportamiento extravagante, tanto más si comienzas a aullar. En vez de eso, nuestro consejo es este: escápate. Escápate o cápate. Pues casi mejor lo primero. Ráptala ya. Verás que no le parecerá tan mal.

En los próximos siete días estarás estable en el amor y en el dinero. Respecto a la salud, trata de no desgastarte en exceso.

Tetalunero, tu piedra favorita es esa tan fea,  la que birlaste del parterre de un bar-jardín tomando una copa con ella, aquella noche en que tanto brillaban sus ojos mientras se derretían los hielos. ¡Vaya manera de quedar como un panoli, con la piedrita!. Mejor la hubieras tomado al menos del macetero, lejos del alcance de los desahogos  de un perro. Como no espabiles… Por cierto, que el jardín no era tan bonito como tú creíste verlo.

Mejor día de la semana, el viernes, que como estará nublado, será aquel en el que dejes de dejarte obnubilar  por el cosmético rutilar de la luna.

La felicidad está al alcance de tu mano, tetalunero. Céntrate.