CALENDARIOS

CALENDARIOS

Este año el viento será fuerte y me tirará la casa. Se llevará más de un calendario que arrancará de sus ruinas y veré correr alguna que otra rata y algún pequeño ratón. El sol hará que brillen las piedras y yo partiré a caminar sin rumbo. En un prado junto al río, saldrás a mi encuentro. Me besarás las manos; me curarás los pies. Beberemos agua y nadaremos con la corriente a favor. Abandonaremos el valle porque él nos abandonó primero. Nadaremos, nadaremos solo con una flor en tu boca. Y al final encontraremos el inmenso mar o una casa en el verde.
Y el viento se alejará volando de nosotros, sin poder evitar romper otras casas, que esta vez serán las de otros..
EL LECTOR BETA PERFECTO Y EL CAFÉ CON LECHE

EL LECTOR BETA PERFECTO Y EL CAFÉ CON LECHE

No sabes lo importante que es tener un buen lector o lectora. Mejor un centenar, o varios centenares de millares, es evidente. Pero al menos uno.
Un buen lector tiene la virtud de inspirarte. He dicho la virtud porque como hace muy buen día en Madrid con un sol brillante y una temperatura civilizada y acabo de recibir una noticia medio buena… estoy en plan positivo. Un buen lector puede poseer ese don de inspirarte pero también puede contar con el poder de infundirte ocurrencias y mimbres para trenzar la escritura de bodrios, o, lo que podría ser incluso peor, quitarte las ganas de escribir.
A la gente le gusta mucho escribir en redes sociales y comprobar cuántos amigos y amigas va amasando. Eso les genera una satisfacción un poco avarienta, de contar amigos como quien acumula doblones de oro. Pero mucho más afecta recibir comentarios positivos.
Yo un día puse una parrafada de uno de mis escritores favoritos. Un texto que a mí me parecía sensacional, pero en las redes sociales pasó sin pena ni gloria. Otro día puse algo como «buenos días, ¿a quién le apetece un café?» junto con una de esas fotos de desayunos, y en el instante en que no pude evitar cerrar los ojos por causa de un estornudo obtuve 67 megusta, 42 meencanta, 23 mesorprende, 40 meimporta, 9 mepone,, 12 mesientoberraca, y un numero que no me anoté de comentarios de entusiasmo, tipo, ¡campeón! ¡guapo! ¡español ¡bonito! ¡precioso! ¡torero! Alguno rozando la procacidad. Y dos textos que solicitaron mi colaboración para poder ser madres, (uno de ellos era de un calvo). Yo, como soy muy alérgico, un campeón en la categoría olímpica de rinitis, tiendo a medir el tiempo en estornudos, y al cabo de tres espasmos más, ya había batido mi record de reacciones de apoyo. ¡Por decir que quiero un café!
El mensaje que las redes te mandan es claro. No trates de parecerte escribiendo a Alejo Carpentier. Mejor comunica bobadas y serás popular en este barrio. No quieren literatura, sino relacionarse. Para eso es una red social. Para hacer amigos. No dudo de que puedas lograr el tipo de seguidores a los que les interese tu literatura y el día de mañana les apetezca comprarte tú última obra, o hasta la trilogía vampírica esa que siempre andas planeando. Pero para eso tienes que tener claro a qué público vas. Si tus lectores favoritos, aquellos a los que les podría cuadrar lo que tú escribes, deberían ser amantes de la ciencia ficción que tú escribes, encontrar el aplauso día tras día, durante años, de lectores de romances históricos imaginarios, de cleopatras despechadas o de atilas enamoradizos… puede acabar pasándote factura. Tú acabarás incluyendo marcianas tan despechadas como las cleopatras, y tus habitantes de Vulcano recibirán de las marcianas calificativos como «embriagador», y dirán que se sienten «poseídas por el deseo en todo su ser» y aquello serán las 400 sombras más oscuras todavía, pero de Júpiter. En definitiva, provocarás graves acontecimientos intestinales en los verdaderos amantes de la ciencia ficción y como respuesta a tales trastornos, te perseguirán por la calle, pero no para que les dediques tu libro, sino para metértelo abierto por la cabeza con derroche de violencia, más que de cariñitos.
Para mí es importante que opine aquel cuya opinión valoro. Pero claro, no podemos abusar. No está siempre ahí con ventisiete horas libres para leerte a ti.
Lo mejor es tener algunos lectores imaginarios. Alguien como Fulano. ¿Qué pensaría de lo que escribo? Pero eso… ¿No es un poco alienante? ¿Quién se ha creído que es Fulano para que yo intente agradarle con mis escritos? De pronto, ése cuya opinión te parecía valiosa casi es despreciado. ¡Que me dejen en paz todos los supuestos opinantes de alta categoría!
Hasta que por fin tengo un punto de vista nuevo. Hago sonar un chasquido con los nudillos, qué costumbre tan fea, y de modo triunfal muestro mis biceps como si fuera un forzudo… cosa que… Bueno, que de modo triunfal, muestro mis biceps a nadie, ya que estoy solo, como debe estar un escribidor, y con un brillo especial en la mirada me digo: ¡Eureka! La pregunta es: ¿Qué opinaría yo de lo que yo he escrito si no supiera yo que he sido yo el que lo ha escrito?
Repito mucho yo, porque he experimentado una epifanía y sé que solo debo atenerme a mi propio juicio. Entonces releo el texto esforzándome en analizarlo como si fuera el texto de otro, pero esta vez leído no por otro sino por mí.
Es muy fácil. Dejas tus escritos encima de una mesa como por descuido y a la mañana siguiente te los encuentras y dices:
–Vaya. ¿Quién se habrá dejado esto aquí? Voy a leerlo a ver qué opino, aunque seguro que no lo he escrito yo…
Tras unas cuantas líneas de revisión objetiva, me pregunto yo a mí:
–¿Y bien?
–¿Qué pasa? –me contesto yo.
–Que qué tal me ha parecido mi texto a mí –me respondo.
–Pueesss…
–¡Vamos, con sinceridad!
–Mejor… Mejor pregúntale a otro yo, si no te importa. No quiero tener que ser precisamente yo cruel conmigo.
EL FINAL DEL IMPERIO DE LOS TRANCHETES

EL FINAL DEL IMPERIO DE LOS TRANCHETES

Estoy sufriendo con una dignidad moderada el llamado ocaso de los tranchetes.
Nadie sabe lo dura que es la vida de un Rodríguez. Le entran deseos de comer helado, y el pobre, hala, se pone morado, que además, rima con helado. Es por la falta de cariño… Poco a poco el caos gastronómico se aproxima amenazante a unirse con otros desórdenes, como el del horario. Pero los peores momentos guardan relación con la escasez de los tranchetes. El el principio del fin. Esa es la señal de que lo peor está por llegar, pero apunto de llegar. Has comido jamón cocido con pan y tranchetes. Has encontrado en la nevera espinacas congeladas y te has inventado el churro de espinaca envuelta en tranchete. ¡Un asco! Cociste unos espagueti y les añadiste abundantes tranchetes, Pusiste tranchetes sobre los filetes de lomo, incluso has desayunado galletas con tranchete. Todavía recuerdas los trozos de tranchete en el gazpacho de bote, flotando como los restos de un naufragio, que no es otro que el tuyo, precisamente. ¿Y ahora qué? ¿Que va a ser de ti sin estas láminas insípidas de queso industrial?
No es que sean deliciosos, saben como el PVC, digamos las cosas como son, ni tampoco demasiado nutritivos. Pero eran el tabique maestro en la estructura de mi arte culinario. El punto de apoyo. Lo que sé hacer para alimentarme es esto: sacar cosas de la nevera y calentarlas en el microondas con un tranchete o cuatro encima. A partir de ahora, ¿cómo subsistiré si no me decido a salir a comprar más? ¿O es que voy interrumpir el tiempo de mi Imperio de la soledad y la tranquilidad para pasear el carrito por Mercadona? ¡Ni hablar! ¡Yo sí que tengo principios! Antes me voy a la playa con mi familia, que por cierto habrán comido hoy una paellita excelente. No. ¡Jamás! ¡Debo saborear cada segundo de mi libertad! Nada ni nadie socavará mis ideales, ni sofocará mi rebeldía. Pero además… ¡Me quedan nueces! ¡Y bastantes! Salsa de tomate; una lechuga pocha, dos pechugas de pollo muerto, normal es que sean de pollo muerto, claro, pero yo sé por qué lo digo. Las cebollas estas… apestan, pero los ajos, aunque reblandecidos, yo creo que valen. Sal, vinagre… Este puerro seco parece que lo haya empleado ya el verdulero ese tan finito para no quiero saber qué. Aún queda leche, que es un alimento muy completo. Podría sobrevivir mucho tiempo tomando leche. Esta noche quizás cene pimientos del piquillo de lata, que como plato único es perfecto. Y leche. Lo que viene sucediendo en mis intestinos puede tener un efecto positivo en mi aspecto físico a medio plazo.
Luego te ven en un restaurante y dicen: ¡Mira cómo se lo monta cuando está solo! Y realmente has salido solo para comprar tranchetes, básicos para poder subsistir.

Cuando veas un Rodríguez en la calle, o en algún bar, que seguro que lo vas a reconocer a distancia… ponle un pulgar hacia arriba, anímale, oye, que lo está pasando muy mal, el pobre tío, que está subiendo las cejas y mirando su cerveza y se están riendo de él los jóvenes del fondo. Dale un abrazo de amistad con palmadas en la espalda, muéstrale tu solidaridad y apoyo si eres un hombre.

Y si eres una mujer… pues, anda, mira a ver…

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MIS SALMOS PROFANOS. Ausencia

MIS SALMOS PROFANOS. Ausencia
A veces no hay respuesta.
Tampoco equilibrios.
No hay turnos ni compensaciones.
No hay juicio, ni justicia.
Ni devoluciones.
No hay mensaje, ni sentido.
No hay respuesta,
Ninguna explicación.
Ni espera, ni esperanza.
Faltan culpas y motivos.
A veces no hay respuesta.
A veces Dios se ha ido.
La casa está vacía
y la ciudad desierta
Y no hay respuesta.
Si sabes llorar,
Lloras y andas.
Si no sabes
Solo andas
Y no hay respuesta.
Zumba el silencio en los oídos.
Y silva entre los montes.
Mi rabia no encuentra el camino.
Mi rencor esta huero de odio.
Porque no hay respuesta.
Las voces ya no preguntan.
Dame tu mano
Que tu risa oculte el silencio.
Que tu caricia parezca significado.
Que tu boca me alivie o me cure.
No hay respuestas
Ni habrá.
Haz que lo olvide.

Navidad 2021

Queridos amigos.
Pronto ya otra Navidad. Distinta para todos y distinta también para mí.
Las Navidades miden el paso del tiempo. Un día tu mamá te acaricia el flequillo y te dice, que ya verás qué bien se pasa en Navidades. Son días en los que todo es para los niños. Y tus ojos se abren para que un caudal de ilusión entre por ellos.
Otro día te dicen que los Reyes Magos son los papás. Vaya.
Después se te puebla la cara de granos y te aparece un bigotillo y con aire de qué-mayor-que-soy le dices a una chica que, efectivamente, son fiestas para los niños, no para ti. Ella te contesta que son para toda la familia y que a ella si que le gustan mucho.
La Nochevieja es una locura, que comienza en realidad en el nuevo año, después de las uvas, y con el deseo-superstición de que este año sea mejor, comienza un noche llena de desenfreno con sabores a alcohol, a triunfos y a decepciones.
No mucho después, tienes tus propios niños. La Navidad, la Nochevieja y el día de Reyes te vuelven a pertenecer, porque son para los tuyos. El día de Reyes, con la entrega de regalos a los niños, simboliza todo aquello en lo que instintivamente, ¿estúpidamente? te has ido involucrando… Traer dinero a casa y generar un entorno en el que crezcan los cachorros sobre la alfombra de confort que deseas proporcionar a sus vidas.
Los chavales crecen… Ya no son tan pequeños. Te preguntas si es posible seguir sintiendo lo mismo. Alrededor hay mucha gente nueva, como suegros, suegras, cuñados, cuñadas, yernos, ¿yernas? ¡Nueras! La familia es a veces algo a lo que hay que rendir un tributo. Un tributo que acaso hoy en día nadie quiere recibir en realidad, pero… Así son las cosas.
Y llegan los nuevos tiempos. Antes, cada año aumentaban las caras y caritas de cada cena. Ahora, a partir de cierta edad, es al contrario. Personas que van faltando. Que están en otros sitios. O que ya no están ni estarán más.
Tenemos en el alma unos cuantas heridas cicatrizadas o casi, casi, cicatrizadas, que no falta más que sacar el cuchillo para curar la puñalada y ya estaría. Y si no hay niños cerca a los que mirar… ¿Qué narices es todo esto?
Personalmente, veo algunas cosas positivas en el paso del tiempo. He perdido capacidad de sufrir fácilmente. Me gusta cada día más el café, la cerveza, la tónica… Con los años se toleran mejor los sabores amargos. Estoy más curtido. A lo mejor sigo tratando de parecer mayor, como el de los granos, eso sería sin darme cuenta de que ya lo soy, claro, pero, hombre, algo más curtido sí que estoy, sin duda. Eso está bien. En cambio, mantengo intacta la capacidad de ilusionarme. Eso está mejor aún.
Creo que la ilusión es eso que ejercito muchas veces al margen de la realidad. Es en mi vida oculta, donde suceden las cosas que imagino y que escribo. En ese paraje, yo convoco a los Reyes Magos incluso varias veces al día, pero ellos, siempre tan fantásticos, no comparecen: solo dejan los regalos y desaparecen, cosa que yo les agradezco doblemente, porque… los imagino un poco ñoños. Así de ingratos somos. Al instante, nada más pedirlas, me regalan cosas increíbles, que son, por lo general, mundos. ¡O universos! ¡Gigantescos, infinitos… ! Pero fáciles de guardar como los sueños. Ambientes hechos para los humanos. Este mundo real es demasiado pequeño para todos nosotros. Por eso nos movemos en él a dentelladas como ratas enjauladas. O como torpes aves llenas de barro en las patas, O como amedrentadas tortugas, o inadaptados ornitorrincos, huidizos seres portadores de veneno que se mueren antes de llegar a responderse: ¿Y yo qué hago aquí?
Pero escribir no es la puerta de salida de nuestro mundo chato. No es la puerta, no. ¡Es la ventana! Los cuartos de los niños suelen ser pequeños pero sus ventanas dan a mundos gigantescos y espectaculares. Es por la ventana, por donde a los niños les apetece realmente escapar. Por donde salen los Reyes Magos después de haber entrado por la chimenea, o no sé por dónde. Por la ventana se marcha uno, como Peter Pan. Los niños quieren fugarse siempre por la ventana y no se puede. Solo algunos adultos desesperados lo logran. Los demás volamos por la ventana montados en la imaginación, pero dejando el cuerpo dentro de casa. Escribir es la ventana. También a tu interior.
Terminar este artículo se presta a decir que si escribes, todos los días serán Navidad en tu vida. Pero eso no puede ser cierto, ni habría quien pudiese aguantarlo. Me asfixiaría algo así.
Pero…
Feliz Navidad.
Enrique Brossa
enriquebrossa.com