Algunas personas suelen decir: “es que yo soy muy sincero”. En realidad deberían decir: “es que yo soy muy grosero”. O “yo soy muy directo” y deberían decir “soy un insolente y maleducado”. O dicen “me gusta hablar bien claro” y en realidad es “soy un patoso e impresentable”. O lo de “es que yo soy así” que significa: “no me sé comportar correctamente y, en vez de cambiar yo, quiero que me tengas que aguantar tú porque también soy un chulo o una tía soberbia y visceral dispuesto a abusar de tu paciencia”. O “yo digo las cosas” que quiere decir: “No me importa invadir tu parcela, a la que no estoy invitado, si así persigo mi objetivo”. O la de ” yo lucho por lo que deseo” que sería una frase más completa añadiendo: “…molestando a cualquiera que esté por en medio”. También recuerdo lo de “esto lo hago por mis hijos”, que quiere decir que “justifico mi mala conducta innecesaria y los hijos de otros no me importan”. La frase “perdona que me meta donde no me llaman pero…” quiere decir: “sé que te molesta lo que digo pero lo voy a seguir haciendo”. Y así sucesivamente.

Los que presumen de actitudes claras suelen ser poco recomendables. La gente franca de verdad no alardea de serlo y tiende a ser educada. El tiempo nos dice quién es sincero, honesto y claro. De hecho nos lo dice muy a menudo, y la conclusión es esta: ¡Casi nadie! Prácticamente, solo yo.

Verás: es que yo soy…