No tengo por qué escoger entre dos cosas buenas. Quiero las dos.
No quiero optar entre una oreja y otra, o entre mi pie y mi mano.
La idea de que hay que elegir continuamente entre unos deseos y otros, limita y frustra a la gente.
Solo cuando realmente no haya más remedio, hay que desechar o posponer algo. De otro modo tu felicidad quedará demediada por tu propia decisión.