DE ANHELOS Y CUESCOS

 

—Tus anhelos me matan, mujer.
–Ay, qué romántico suena eso… Nunca me habías dicho cosas así.
–Me parece que me has entendido mal.
–¿Qué quieres decir?
—Lo de los anhelos. No puedo más con eso de los anhelos. No escribes una sola historia en la que no salga lo de los anhelos. «Él era el hombre de sus anhelos… » «Ella le habló de sus anhelos… » Siempre estás con los anhelos. Entre los anhelos, el rocío, la escarcha en las sienes del caballero… Madre mía, madre mía, no puedo más.
–¡Oye!
–Dime.
–¿Pretendes llamarme cursi?
–Al contrario. Me estoy esforzando por no hacerlo.
–Eres un grosero.
–Ya. Pero no digo anhelos.
–¿Pero quién eres tú para prohibir palabras?
–¿Yo? ¡Nadie! Solo digo que me matas. Estas ñoñeces son laxantes. Esta noche tendré que cenar arroz hervido.
—¿Ñoñeces? ¿Y eso qué es? ¿Qué palabra es esa para un escribidor?
—Lo de los anhelos. Eso son ñoñeces.
—Pues no lo voy a quitar.
—Mujer, piensa en tus hijos. Son pequeños aún…
—No lo voy a quitar.
—Pues, hala, deja lo de los anhelos, que es precioso.
—Ya me has hecho quitar lo de: «él la miraba embelesado»
—Bueno, es que eso ya… Lo de los anhelos embelesados… Tú te crees que yo puedo con todo, pero no soy tan fuerte como piensas. No puedo con ese tipo de textos. Y todas tus amigas escribidoras escriben con todo pringado de anhelos y embelesados. No lo soporto. Si mezclaseis vuestros folios sería imposible volverlos a ordenar.
–Te gustará más como escribe mi hija de veinte abriles.
–¿Tu hija? ¡Ja! ¿Tu hija? ¡Por favor!
–¿Qué pasa con mi hija?
—Tu hija no tiene veinte abriles. Tu hija lo que tiene son veinte coces.
–¡Oye, que no te lo consiento!
–Veinte coces de burra que es. Veinte coces en las partes blandas. Tu hija no escribe. Solo da patadas. Todo son escupitajos, tacos, blasfemias, mocos, vomitinas, heridas purulentas… caca, pedo, pis y culo. J****, **ño, f****, l**** y p***a. Tu hija es como tú. Lo tuyo es romanticismo del barato y lo de ella rebeldía sin imaginación.
–Entonces no nos parecemos.
–Sois idénticas en insolvencia. En inconsistencia. Usáis palabras a granel. Es como si tú fueras por la calle con un tocado de señora del siglo XVIII y tu hija se pusiera imperdibles de punky hasta en las muelas. Donde tú colocas un perifollo, ella se tira un cuesco. En el fondo es lo mismo traducido a otra lengua. Cada una tiene su diccionario de referencia. El tuyo tiene los anhelos, lo del «con todo mi ser», lo de «todos los poros de mi piel», «el rocío de la mañana», «la paz en el alma»… y tu hija acude a un listado de procacidades y pedradas, que seguramente se va apuntando cuando está de litrona, y parece soltarlas como una heroína, como si esperase que le aplaudieran con cada obscenidad. ¡Oh! ¡Ha dicho polla! ¡Qué valiente! ¡Qué carácter! ¡Qué indómita! ¡Qué iconoclasta!
–No, eso de iconoclasta mi hija no sabe lo que es. Mi hija y sus amigos dirían algo como rompedora.
–¿Y tú sabes lo que es iconoclasta?
–Pues sí, unos que rompían estatuas…
–¿Unos? ¿Quiénes? ¿Cuándo? ¿Dónde?
–De eso ya no me acuerdo.
–Pues tú has puesto esa palabra en una reseña. ¿Por qué dices eso si no lo conoces? ¿Ves cómo eres inconsistente?
–Pues tanto ella como yo vamos vendiendo libros…
—Y esas incursiones en el porno… ¿Las dos vais a confluir en lo mismo? Porque tú, entre anhelo y anhelo, vas metiendo cada día más carne con tus príncipes guapos de las finanzas… y ella, con esos lances sexuales que son como para tenerle miedo, porque de ahí los hombres salen a trozos… Lo tuyo es más horizontal, más en sábanas de raso rodeados de velas. Lo de tu hija, en cambio, es más en vertical, detrás de las puertas, o a cuatro patas sobre un váter de un bar, siempre bien asqueroso lleno de orines rancios y con desconocidos con los dientes sucios de comer pan con chorizo y fumar al mismo tiempo que fornican. ¿A quién pretende asustar tu hija? Como si fuera fácil escandalizar a alguien hoy día.
—Pues reconoce que nuestro erotismo no se parece en nada.
—Vuestro erotismo se parece en que no es erótico. En que es tópico. El tuyo, es evidentemente tópico, pero el suyo también es ya un cliché dentro del gusto por el mal gusto.
—Me estás deprimiendo.
—Y vosotras a mí.
—Por eso le digo yo a mi hija que escriba cosas normales como yo.
—No sé qué sería peor… Anda, déjala, deja a la chica…
—Pero ¿Y tú? ¿Quién te crees que eres?
— Pues no te creas que no me preocupa… Ayer leí un texto mío a unos compañeros del taller y…
— ¿Estaba todo lleno de anhelos?
—De anhelos no.
— ¿Ponía “por todos los poros de mi piel”?
— Los poros tampoco.
—¿El rocío? ¿La escarcha?
—No.
—Ya sé. Te diste cuenta de que habías escrito “con todo su ser” ¡Has caído en lo del todo su ser!
—No, no he incurrido en nada de eso, gracias a Dios.
—¿Entonces?
—A pesar de todo, al leerlo me di cuenta de que, sin decir esas ñoñeces… también era cursi.
—¡Ay, hijo! ¡Qué ideal! ¡Qué alegría me das! Me lo tienes que dejar enseguida. ¡En mi vida tantas ganas de leerte! ¡Es que en mi vida! ¿Y escupitajos?
—¿Escupitajos?
—¡Sí, sí, escupitajos!
—Uno. O dos.
—Ay, qué divertido. ¡Qué divertido! ¡Es que en…
—Es que en tu vida.
—Pues sí. ¡En mi vida tan contenta!
—Mira, lo mejor es que vayamos al taller de Enrique Brossa. Los jueves te dejan entrar gratis. Creo que te enseñan a quitarte esos tópicos tan ridículos. Mandemos un email solicitándolo a actividades@desafiosliterarios.com y en el asunto hay que poner QUIERO TALLER VIDEOCONFERENCIA GRATIS JUEVES 19:30

—¿Y si soy de Pernambuco? ¿O de Monrovia?
—Da igual. A las 19:30 horas de Madrid, miras qué hora será en tu pueblo. Fíjate que por pronto que sea ya no habrá ni rocío, ni escarchas, ni anhelos, ni…
—¡Ya vale! Que te va a oír mi hija.
—¡¡¡Ay, Dios!!! ¡Qué miedo!!!!

Más que ir a la peluquería

Ella había decidido darle un nuevo sentido a su vida, pero tenía un problema importante. En realidad tenía muchos problemas, pero había uno que le complicaba bastante la vida: era una mujer inteligente.

Desde joven había comprendido que eso era un gran inconveniente para según qué tipo de cosas. Por ejemplo, a otras chicas en su situación, para dar un giro a su vida, les bastaba con irse a la peluquería y cambiar de corte de pelo. Pero ella no era una cretina. ¡Cuánto envidiaba algunas veces a las cretinas! Todo parecía tan simple para ellas… ¡Por supuesto que era presumida y pensaba cambiar de peinado! Pero sabía que eso no era casi nada. Para lograr que ser inteligente no significase un obstáculo, no le quedaba más remedio que ser además valiente y ejercer. De inteligente. Vivir y sentir como tal. Sacar la gran mujer que tenía dentro.

Se puso en contacto conmigo y comenzó un taller de relatos. Al día siguiente, en la primera sesión del taller, conoció un pequeño grupo de amigos y amigas interesantes a los cuales ella también se lo pareció.

En su primer ejercicio escribió:
“He descubierto algo importante en el Taller de Enrique Brossa”.

Y sus ojos y su sonrisa volvieron a ser los de una mujer especial. Lo que siempre había habitado dentro de ella.

Taller de Enrique Brossa. Online.
Vamos a comenzar un nuevo taller de relatos. Pide información mandando un mensaje privado.

Mucho más que cambiar de corte de pelo.

Luna de miel en Bali

Era muy estimulante la expectativa de que Bali sería un paraíso. Dentro del avión nos atendían aquellas azafatas vestidas con bonitos trajes étnicos, tan esbeltas, tan finas y serviciales. Sin embargo, el aeropuerto estaba en huelga. Los pasajeros bajamos del avión y nos hicieron esperar junto a la escalerilla en medio de una pista vacía. La tripulación parecía estresada. Nos indicaron que nos acercásemos a la montaña de maletas que habían vaciado allí mismo, y que seleccionáramos la nuestra. Alguien dijo algo así como bienvenidos a Indonesia, bienvenidos al tercer mundo. Uno de los tripulantes nos respondió en inglés preguntando si en Europa nunca había huelgas de aeropuertos. Algunos trataron de explicar en un inglés macarrónico que «in Spain exist minimum servises», pero nosotros en vez de enredarnos en discusiones, corrimos a localizar cuanto antes nuestros maletones.

El calor era apabullante. Yo pensaba que salía del motor del avión pero no. La atmósfera parecía a punto de arder. Con cierto desorden entre los pasajeros, localicé nuestro equipaje y volví cargado hasta donde el segundo de abordo seguía discutiendo sobre huelgas y creo también que sobre el ramadán aunque allí la mayoría no éramos musulmanes. Algunos pasajeros no encontraron sus maletas, así que se decidió que, aquellos que ya las tuviéramos, fuésemos al control de pasaportes. Ella y yo estábamos bastante enteros, pero otras parejas que como nosotros habían tomado el avión en Bangkok, parecían mareadas por la temperatura y el estrés.

El aeropuerto de Bali Dempasar, se llama Aeropuerto Internacional Ngurah Rai. No era un gran aeropuerto, pese a sus veinte millones de vuelos al año. Los pómulos asiáticos de los policías de Bali les daban un aire despiadado y me hacían pensar en esas películas de golpes de estado y torturas. Sin embargo, nos miraron con apatía y nos dejaron pasar.

-¡Wait, wait! ¡Come here!

Me explicaron que tenían que confiscar mi ordenador portátil. ¿Por qué? Por seguridad. ¿Acaso no se podía entrar en Bali con un ordenador portátil? Ellos solo repetían «security, security». El policía se me quedaba mirando como con pena, esperando de mí alguna reacción.

Pregunté a mi mujer si llevaba monedas o billetes de poco valor. Reunimos el equivalente a unos 4 euros en calderilla. Los tomé y les dije:

-I understand security.

Y él respondió:

-Yes, security.

Y yo le dije:

-You are a good person, eres bueno. Cuidas tu país. Cuidas Indonesia. ¡Good policeman! Please, acepte mi obsequio por ser buen policía, es un honor conocerlo, please, tómese algo porque nosotros honey moon, luna de miel. Tenga, por mi honey moon. En mi país los novios give presents, regalan dinero a la gente, Spanish tradition, porque we are happy because of our honey moon. Tenga, costumbre española, regalo de honey moon. Hala, ¿ve cómo yo entiendo security? I understand security very well. Tenga: security. No tengo más security.

El policía sonrió con cara de triunfo y miró a uno de sus compañeros que también se alegraba, ambos con bigote y con cara como de, ¿ves lo que yo te decía?

-OK, ok, -dijo señalando mi ordenador-. Thank you and happy honey moon.

Dejamos atrás la aduana y fuimos a por un coche de alquiler.
-Cari, ¿acabamos de pisar esta isla y ya has tenido que sobornar a un policía?
-La verdad es que ha salido muy barato. Olvidémoslo. No me quiero cabrear. Es nuestra luna de miel.

Tras unos minutos de firmar papeles en una oficina de RENT A CAR junto a una nativa muy guapa que sí que hablaba en inglés, no como el policía, tomamos nuestro 4×4 de alquiler. Los dos con nuestras camisas remangadas y nuestras gafas de sol en un Jeep sin techo ni puertas.

Empezamos a circular. Yo escuchaba atento el sonido del motor de aquel coche. Una brisa suave ahuecaba nuestras camisas. A menos de cien metros del aparcamiento un policía de tráfico empezó a pitar y me hizo señales muy enérgicas para que aparcase a un lado de la carretera. Empezó a chapurrear en inglés, como el anterior.

-¿Qué te dice, Cari? No se le entiende nada.
-Que hemos parado en el stop más de lo necesario.
-¿Parado en un stop más de lo necesario? ¿Qué infracción es esa?
-Eso dice. Y que al ser un coche de alquiler ocupado por extranjeros se tiene que quedar con nuestros pasaportes y no podemos seguir conduciendo. ¿Tienes otros tres o cuatro dólares?
-¡Ay! Mira que yo quería el combinado USA y Canada…
-Mujer, no te preocupes. Esto nos valdrá para el desafío literario que acaba mañana.
-¡Pero si mañana es el último día!
-Eso digo. Pues esta tarde en el hotel escribiremos un relato, y nos darán el premio en http://desafiosliterarios.com/  contando esto.
-Ah, claro. Justo lo que suelen hacer en Bali dos recién casados en viaje de honey moon.
-No te preocupes. Primero haremos lo primero que tenemos que hacer.
-¿Registrarnos en la web Desafíos Literarios?
-Anda, vamos, que a ti te voy a registrar yo en cuanto lleguemos. -¿Y si paramos aquí mismo y nos vamos registrando un poco?
-No, que llegará otro policía a hacernos objeto de otra microestorsión. Otra «security» de esas. Vayámonos al hotel y registrémonos allí.
-Mutuamente.
-¿Pero le has dado ya el dinero? ¡Que tienes al guardia esperando, cari!

 

Diferencia entre bruxismo y brossismo.

Bruxismo es el problema que tiene algunas personas, que frotan sus dientes mientras duermen. Esto es un claro síntoma de ansiedad, rabia, nervios… Ellos sabrán lo que les pasa.

El brossismo, en cambio afecta solo a la gente a la que le gusta seguir a Enrique Brossa. A diferencia del bruxismo, el brossismo no estropea los dientes, ni es síntoma de rabia, nervios, ni de nada malo. Lo único malo del brossismo es que según todos los estudios, afecta solo a gente simpática, inteligente y agradable. El brossismo se ceba con la gente maja… Si eres brossista, no dejes de apuntarte a la Asociación de Brossistas Anónimos. Está bien, porque no se trata de desengancharse, sino todo lo contrario. Hablamos de escribir sin cursilerías, sin afectamiento y sin ponernos tontos. Sin rivalidades ni otras miserias.

Quien padece bruxismo, tiene dos posibles soluciones. Una es ponerse una férula, previa visita y pago al dentista. La otra, mucho mejor, es hacerse brossista.

Si no quieres que te rechinen los dientes, hazte brossista.

¡Gracias, brossistas! 

Escribir en el tren

Da miedo superar una etapa. Es peor que abandonar tu país o tu casa porque no se puede regresar nunca a un tiempo pasado. Solo puedes transitar por él, como un muerto viviente, hasta cortar un día de modo definitivo. A mí ese estado de reliquia incorrupta me gusta. Siento ese apego que está tan mal visto por los partidarios del presente. Prefiero y siempre preferiré la triste melancolía al supuestamente saludable olvido y a la felicidad artificial, aséptica, funcional y fría como una clínica. No hay significación en ese sucedáneo de alegría. No quiero desatender mis viejos sueños, aunque quizás ya no valgan para nada. Son mi religión. Mi camino me sigue aportando momentos especiales. Algunas veces buceo en el gris azulado de la niebla. Otros bajo un sol feliz, brillante y eufórico. Vivir es eso. Los años tienen estaciones, unas más inclementes que otras. Quiero que el roce del aire, el frío y el calor impresionen la piel de mi frente. No creo que nadie realmente desee pasar su vida dentro de un centro comercial climatizado.

Te invito a vivir conmigo o, mejor dicho, a la vez que yo, porque cada uno estará en su casa. Tengo interés en contarte cómo veo yo esto de tener que existir; que hay una alternativa al optimismo simplón del pensamiento positivo. Que no hay por qué elegir entre la depresión y la idiotez. Que me niego a sonreír sin motivo para sentirme mejor. No hay felicidad en lo insípido, ni placer en lo insulso. Que tengo otro enfoque, otra solución, aunque la vida no tenga por qué solucionarse. La profundidad y la autenticidad conllevan riesgos y costes, pero yo pago contento por comida de verdad y renuncio a la comodidad de alimentar mal mis vivencias con los sabores de experiencias envasadas en un blíster.

He estado ausente. Bueno, por aquí, como siempre, pero distraído. Disfrutando de todos vosotros. De vuestro apoyo, de vuestro cariño, que ha sido tanto que llegó a sorprenderme. Creo que ahora siento añoranza de la perplejidad que cargaba cuando me conocisteis. Vuelvo a ella, vuelvo a mí.

No es una despedida. Al contrario. Es un reencuentro. Siento que al traicionarme un poco a mí mismo os he faltado también a vosotros. Regreso entonces a mi carril, para que vosotros, amigos o desconocidos, podáis volver a montar en mi tren y viajar conmigo.

Os daré un consejo: no abarrotéis vuestros textos ni vuestra vida de metáforas, al contrario de lo que yo hago ahora al deciros que desde vuestra ventana se seguirá viendo mi parcela. ¿Pero no estábamos en un tren? –diréis con razón- Da igual. Desde vuestra ventana se seguirá viendo mi parcela. Si os animáis me acercaré al seto que nos une y hablaremos como siempre y mientras podaremos las hojas, para que nos veamos con mayor comodidad. Reconocedlo, me lo han dicho hace poco y es cierto, soy amigable. Es absurdo que eso no sea lo normal, pero más allá de estos contactos vecinales, quiero decirte que vuelvo a iniciar un viaje interior que dejé a medias un día. Creo que mi trayecto… ¿Otra vez al tren cuando estábamos en la parcela y el seto? …puede seros útil. El que quiera, que me siga. O mejor, que me acompañe y me ayude a descubrir juntos el camino. ¿Quién se apunta a escribir su vida a mi lado?. Hablaremos de eso: de escribir y vivir de modo creativo. De ser, de buscarse, de “desbrozar” pensamientos. De superar etapas o continuar en ellas.

Sumérgete o por qué la yerba es sagrada

La yerba es sagrada. El mar también. Y la lombriz.

La piedra y tú sois sagrados. Sí, tú eres sagrado. Hasta yo lo soy, aquí donde me ves.

La niebla es sagrada, como el balón de mi hijo, o su goma de borrar.

El pan, el vacío, y la luz.

Mi pensamiento y su risa; las carreteras, la hoja, los perros, la pena, y el sol.

Hay una absoluta sacralidad en cada cosa, ya sea viva o inanimada. En todo átomo, en las cumbres, en el magma, y en el peine de una prima del hombre que cruzó la calle.

Y en el agua, tanto la de la nieve, como la del charco que pisamos ayer.

Hay un explosión gigantesca de belleza en las piezas y en el todo. En tu inquietud, en su indiferencia, y en mi ira. En el barro y en la cal.


Escucha el silencio. Sumérgete. Maréate con él. Disuélvete en él.


Y no me digas más, te lo ruego, lo profundo que es el mar, ni qué hermosa es esa niña, o qué preciosa su mirada.

No exclames más, te lo pido por favor, qué grande es la luz o el color de las rosas.

Te han enseñado que la flor es bonita, y solo repites lo aprendido. Eso no tiene valor. No lo percibes de verdad y por eso no lo puedes transmitir.

Antes de escribir, siéntelo con atención. Respíralo. Has de parar el tiempo. .
Vuelve a descubrir la belleza de las cosas. Partiendo de la soledad. Partiendo de ti.
Enrique Brossa, Taller de Relatos.
Juntos aprendemos modestamente a escribir y a vivir.
Nuevos grupos en febrero