Ojos hambrientos

11051976_10206624256594013_1646176974847238730_n 11059321_10153174041845609_202304264032842934_nElla tenía una mirada de ojos hambrientos. Ni al sonreír o conversar dejaban de parecerlo . Algunas veces, cuando yo le hablaba, se ponía muy seria y me enfocaba con ese par de círculos transparentes de sus iris, tan llenos de significados y de preguntas, y resultaba imposible no vibrar con ellos y contemplarla de la misma manera. Con la cabeza inclinada, parecía observarme y al mismo tiempo verse las cejas, mandándo pensamientos desde su frente a la mía. Coincidir con su mirada era entrar en algo etéreo y azul, atisbar y ser atisbado. Convertirme en vapor y volar lento y suave desde mi asiento hasta sus pupilas. Aproximarme mucho a sus labios. Sus ojos intensos fueron lo más interesante de aquel invierno y la tensión entre nosotros era tal que llegué a pensar que resolverla, dar un paso real hacia ella, nos llevaría a una normalidad que jamás podría igualar el extraño, el intenso placer de sentirnos, de mirarnos. Contagiarme el hambre de sus ojos, a veces tristes, otras profundos, otras sonrientes, pero siempre, siempre, necesitados, hambrientos de capturar una mirada igual. Me dije que quizás la melancolía fijaría más ese recuerdo dulce y triste de deseos de adolescente, que convertirlos en realidad.

fragmento, borrador

Gracias por vuestros selfies. 😉

Al caer el velo

 

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He soñado un velo de seda acariciando tus brazos y piernas al deslizarse hacia el suelo. Te he imaginado conteniendo tus senos redondos entre los dedos. Mi mente ha inventado un espejo mostrando obscenamente tu espalda. Te he visto con la boca entreabierta, los ojos bien abiertos y el rostro deslumbrado ante tu propia desnudez, iluminada por mi mirada atónita. Siento tus ojos y los míos conectados con esa atracción tan profunda que es capaz de ponernos serios. Adivino tus sensaciones. Es un encuentro que sabe a tragedia, porque tiene algo de sorpresa y de derrota. Hay una emoción desbordada en el beso que marca un final y una puerta de entrada a un lugar nuevo, a un paisaje distinto. Tan presente estás en mí. Tenemos que vivir esta historia, que es de las que siempre acaban mal, pero que aportan a la vida algunos segundos a los que no se puee renunciar.

Pero al despertar, me descubro en un cuarto vacío, frente a una pared que reflejaba el resplandor de la noche.

No quiero continuar un minuto más sin perderme por ti. Quiero estrecharte y rozar tu frente con mis dedos. Acariciarte las cejas con mi nariz. Hablar contigo y escuchar el silencio de tu cuerpo elástico, que se exhibe tal cual es, transparente, frágil y que súbitamente desaparece como una burbuja en el agua.

Singing in the rain

Silbo y canto continuamente. Incluso leyendo, o escribiendo. Incluso sumando, o preparando una hoja de cálculo con el ordenador. Siempre suena alguna canción, se oiga o no. Cuando no se me oye, puedo estar haciéndolo mentalmente. No me molesta. Es divertido, pero claro, es poco serio. Qué dirá la gente de un señor que pasa los días silbando o canturreando… También compongo. Soy un enorme compositor de canciones y sinfonías de gran repercusión entre gente como por ejemplo yo y mí mismo. 

Bueno, me gusta dar rodeos: lo que quería decirte es que hoy he tomado mi taza de café con leche, he ido al baño, me he quitado la camiseta del pijama de un tirón y luego he chutado los pantalones hacia el lavabo, y así, despelotado me he metido en la ducha rasgando una guitarra eléctrica imaginaria y cantando un estribillo, que si no se descubre la canción por ahí, será que me la he debido de inventar yo.
Bajo la lluvia y el champú he seguido cantándolo, con mucha marcha:

Tenlo presente:
No sé si te añoro a ti,
o simplemente 
al día en que te conocí.

Le he quitado los entes:

No sé si te añoro a ti.
o al día en que te conocí.

Los pareados se pueden admitir en las canciones, sobre todo en las malas.

Pues eso:

Yo no sé si te añoro a ti.
o al día en que te conocí.

A ver si mañana me levanto con otra estrofa.
Todos los derechos reservados a tope.

Vienen curvas

1743604_1586780684879248_3098721865081862992_nOye, hace tiempo que te miro y estoy preocupado. Siempre estamos crispados últimamente. Seguro que estarán creciendo en ti algunas inseguridades respecto a los próximos años. Y es verdad que yo también imagino muchas veces el futuro y siento rabia, sobre todo cuando lo veo como la continuidad lógica de todos estos días. La culpa debe de ser mía. Quizá debería quererte mejor, pero no más. No vayas a dudar más de la cuenta. Si es por mí, debes saber que una sonrisa tuya basta para disipar la niebla. En realidad, no somos conscientes pero, sí, yo creo que sí, que en el fondo estamos muy bien. Si quieres seguir conmigo, ya sabes que ahora vienen curvas. Que sea por eso, por las curvas. No tienes por qué sufrirlas si no quieres. Que sea por eso y no por otra cosa. Por mí, si tú no te mareas, seguimos juntos.

Instante

Instante

images (1)¿Te regalo un instante? No digo uno mío. Yo puedo dedicarte todos los que tuve y los que me queden. Pero yo quiero regalarte solo un instante. Sin más. No es de mi tiempo, sino de tiempo. Pequeño. Una mínima porción de relojes parados. De tiempo sin tiempo. Tiempo detenido cuando pensaba en ti. Quisiera expresar sin diminutivos la idea de una levísima fracción de eternidad, valiosa como una pepita de oro por el filón que señala. Te la mando. Está llena de sueños míos, pero tengo la humildad de querértelos mostrar y convertirlos en un obsequio que viaje hasta tí impulsado por mis pensamientos. Solo es un instante. Cuando te llegue, dime algo y te mandaré más.

Me descifras

Te oigo pensar mientras hablo. Procesas toda información sobre mí. Me descifras poco a poco.

Soy el laberinto de papel que juegas a resolver. Parece que estás revisando mis comentarios. Comprobando la coherencia, confirmando su consistencia. Completando el puzzle. Pero solo es que te gusta conocerme y que tienes más memoria que yo. Otra persona que hiciera lo mismo me molestaría. Cualquiera que no fueses tú. En cambio a ti te lo agradezco.