por Enrique Brossa | 21 21+00:00 Mar 21+00:00 2016 | El origen de las palabras
Es frecuente oír que alguien está con la mosca detrás de la oreja. Como siempre ocurre, repetimos expresiones cuyo origen desconocemos y por lo tanto no sabemos exactamente lo que significan. En muchas ocasiones esto se emplea como sinónimo de estar mosqueado. Sin embargo no tiene nada que ver ni con esa expresión ni con ningún insecto que pueda molestarnos.
Estar con la mosca detrás de la oreja es sinónimo de estar atento y preparado para actuar. Cuando hay una situación en la que algo podría salir de modo inesperado e inconveniente, estamos con la mosca detrás de la oreja, sin distraernos respecto de ese tema.
Para entender la frase tenemos que retrotraernos a los tiempos del arcabuz. Si buscas algo sobre el arcabuz en Google encontrarás esta descripción: arma de fuego antigua, parecida a un fusil, que se disparaba prendiendo la pólvora mediante una mecha móvil. Era muy común entre los soldados de infantería europeos en los siglos XV, XVI Y XVII. Permitía hacer un orificio en una armadura enemiga situada a menos de 50 metros, lo que, en aquella época, le convertía en un arma realmente poderosa, y por eso sustituyó a la ballesta.
A la mecha del arcabuz en España se le llamaba la mosca. El arcabucero o mosquetero, se ponía en la oreja la mecha para no tener que sacarla de ningún saquito en un momento de necesidad acuciante de disparar. ¿No habéis visto nunca un carpintero con un lápiz en la oreja? Pues así lo hacían con la mecha o mosca. En ese momento, con la mosca colocada detrás de la oreja, estaban preparados para cualquier eventualidad, porque solo tenían que quitarse la mosca de detrás de la oreja, arreglárselas para encender la mecha y disparar. Esto ahora nos parecería absurdo, porque en eso de matar… hay que reconocer que hemos progresado mucho.
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por Enrique Brossa | 14 14+00:00 Mar 14+00:00 2016 | El origen de las palabras
Creo que es en la película Jamón, jamón de Vigas Luna, donde hay una escena en la que el hijo de un empresario, el señor Ponte, de Industrias Ponte, que fabrica prendas íntimas de mujer, pretende ganarse la confianza de su padre primero con el lanzamiento de unos calzoncillos para perro y luego con una campaña publicitaria basada en un slogan excelente:
Hagas lo que hagas, Ponte bragas.
¿Que tiene la palabra bragas que tiende a producir hilaridad?
- Braga puede ser una cuerda que suspende algo en el aire. palabras como ebrio, embriagador, y otras provienen de esta palabra, dado que las uvas se ataban con unas cuerdas y después se exprimían. Por tanto, la braga quedaba borracha, empapada de vino. Braga, en este caso, vendría de briaga y este término a su vez procedería de ebricus.
- Hay otra palabra homógrafa, que es la que mayor interés suscita. Braga, bragas o braguitas, como se tiende a decir durante las últimas décadas tratando de dar más finura al vocablo, es algo que todo el mundo conoce. Es la prenda interior femenina, interior e inferior, que tanto perturba las neuronas masculinas, según lo que contengan.
Los romanos, en eso de la moda creían estar, como en todo, por encima de los bárbaros. Sin embargo, un día llegaron a una región situada entre las actuales Galicia y Portugal donde la gente llevaba unos calzones en vez de la túnica romana. A los romanos esa prenda les parecía ridícula. El nombre de la región es Braga, precisamente. El origen de esta palabra podría ser germano, podría ser galo, e incluso griego, dado que braquis significa corto o pequeño. Lo cierto es que la teoría que estoy explicando podría ser falsa.
La ciudad romana de Braga, se llamaba exactamente Bracara Augusta seguramente por la tribu Bracati. Este nombre (bragados) coincide con el apodo despectivo que ponían los romanos a germanos y celtas precisamente por llevar esa prenda. Pero en todo caso, el apodo de bragados, que daba a entender que eran poco viriles, ya era anterior a la fundación de Bracara Augusta. Por tanto, la prenda vendría de los bárbaros del norte, y la palabra sería un germanismo.
Ya lo sabes, mujer: hagas lo que hagas…
por Enrique Brossa | 29 29+00:00 Feb 29+00:00 2016 | El origen de las palabras
Algunas personas te pueden tomar por pedante solo porque te gusta comunicar a otros lo que sabes. Parece que lo que mejor queda últimamente es dar muestra de ignorancia. Según para quién, claro está.
Según la Real Academia de la Lengua Española pedante es alguien engreído que alardea de conocimientos de modo inoportuno.
Veréis: antiguamente era muy normal que hubiera «maestros a domicilio». Ahora se llamarían Teleprofe o algo así (dominio de internet que me acabo de registrar) y te los mandarían a casa en Vespino, como las pizzas. Pero en aquella época no. Por tanto, no era nada malo ser pedante, sino todo lo contrario. Los maestros eran muy respetados.
La palabra pedante unos la atribuyen a su relación con PAEDAGOGUS, pedagogo. Y otros con PEDIS, pie, ya que acompañaban a pasear a los niños por la calle mientras les enseñaban. Sabido es que muchas palabras relacionadas con niños, como pediatría, tienen también una raíz de parecido sonido.
La palabra pedante nació en Italia y se extendió por Francia y España. Adquiere connotaciones negativas por el hecho de que supuestamente estos maestros trataban de demostrar su capacidad y conocimientos, y competían entre ellos, de modo que lo de comportarse como un pedante es hacer como hacían aquellos tutores o maestros domiciliarios.
Abundando en lo dicho, en 1473, en una localidad cercana a… Bueno, mejor será que no me ponga pedante.Photo by Internet Archive Book Images
por Enrique Brossa | 15 15+00:00 Feb 15+00:00 2016 | El origen de las palabras
¿Algunas personas son un poco exageradas y te han dicho que «eres un demonio» o incluso que «eres peor aún que un demonio»? Y si te lo han dicho ¿fue alguien muy enfadado o estaba sonriente? Bueno, no me contestes. Lo que te quiero decir es que ser un demonio no siempre fue malo. Verás:
Esta palabra proviene del latín “daemonium” y ésta a su vez del griego antiguo, “daimónion”, o bien “daímôn”. Sin embargo, esta palabra significaba “espíritu, deidad, divinidad”.
Los “daímones” no tenían por qué ser malignos. Eran almas de muertos que según Hesíodo, hacían de guardianes para los mortales. Aprovecho para recomendaros investigar respecto a Hesíodo. Si tenéis interés, os contaré más cosas de él.
Quizá se puede aclarar que he sabido que la palabra “theós”, “dios”, se refería a deidades en persona.
Existía por ejemplo la palabra “eudaimonía” que quiere decir “felicidad” o “buena suerte”, como “ayudado por espíritu bueno”.
Con el cristianismo, muchos términos de origen pagano, adquirieron un sentido negativo. Y así fue como esta palabra se transformó en el maligno.
Pero el recorrido que hacen las palabras es largo. «Dividir”, es una palabra española que proviene del griego antiguo: “daíomai”, “dividir, distribuir” y con “démos”, “tierra, pueblo”, tal vez en alusión a la división de las tierras. ¿Era “Daímôn” el “espíritu que repartía (dividía) destinos y fortunas”? Pues no lo sé. Yo no estaba. Quizás por eso mi fortuna se la dividieron mis hermanos mayores. Porque yo no estaba.
por Enrique Brossa | 8 08+00:00 Feb 08+00:00 2016 | El origen de las palabras
Esta palabra, conmigo, ¿No te suena un poco rara? ¿Qué es eso de «migo»?
En latín se decía «mecum» lo que venía de decir me y cum que sería una «preposicion puesta detrás», valga la paradoja. Es decir, que en vez de decir «cum me» decían «mecum.»
Cuando se va formando la lengua romance castellana, mecum debió pasar a «micum». Después micum acabaría pronunciándose «migo», Pero, claro está que «migo» ya no recuerda nada a cum (con). Así que la gente empezaría a decir «con migo», en vez de decir con mí, igual que decimos sin mí.
Por lo tanto, cuando decimos conmigo es como si dijéramos cum-me-cum. o con-mí-con.
Sumamente reiterativo, ¿no? Será por esta especie de repetición de «con» que los que hablamos español somos tan buenos acompañantes. O tan posesivos. Pues no creo.
Toda lengua es la evolución de otra anterior.
por Enrique Brossa | 1 01+00:00 Feb 01+00:00 2016 | El origen de las palabras
La palabra griega margaron significa exactamente perla. De esta palabra vienen palabras como por ejemplo, margarina, dado que este producto, un poco parecido a la mantequilla pero de origen completamente distinto, tiene un tono nacarado o perlado.
Cuando decimos que algo es dar margaritas a los cerdos, damos a entender que estamos empleando algo para dárselo a quien que no lo sabe apreciar o no lo merece. O también que algo es un desperdicio. Pero en realidad todo procede de una traducción equivocada del evangelio según San Mateo. La frase debió traducirse como dar perlas a los cerdos, pero el sentido no se modificaba demasiado y nadie se dio cuenta, de modo que la frase se popularizó. Hasta el punto de que si dices en una reunión que no hay que dar perlas a los cerdos, seguramente todos te intentarán corregir diciendo que la frase es con margaritas. Pues ahora tú podrás presumir y decir: no señor, son perlas.
Y es que todos sabemos poco, pero corregimos mucho.
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